BARRA LIBRE.

OPINION

Alfredo Quezada Hernández.

ARRANCAN.
Vaya que es de comentar el inicio de las campañas de los dos más fuertes aspirantes a suceder al hijo de Atanasio.
El tiradero de estiércol habrá de darse de ambos lados, todos lanzarán sus dardos y todos tienen colas que les pisen.
Claro que sí.
Una, con un buen margen de rechazo entre el electorado y el otro, en medio de formalismo y protocolo, son los que habrán de protagonizar la batalla, ya que el entenado político de Dante Delgado es mera comparsa.
Tanto el peroteño como la zacatecana tienen lo suyo, presumen de mejorías y buenas intenciones, pero hasta allí.
Como políticos que son caen en la mentira, en las corruptelas y las malas prácticas, en el acarreo, por ejemplo.
Ojalá y ambos hayan entendido que las grandes multitudes ya no son garantía de triunfo mucho menos de aceptación electoral. Eso es tiempo pretérito, eso fue cuándo en voto era corporativo, ahora nada de eso.
Ambos le han quedado mal al pueblo
veracruzano, los dos son obtusos, ni a cuál irle, quizá el peroteño sea el menos malo, pero también ha ignorado a ciertos sectores de la sociedad veracruzana, presume ser veracruzano, pero ha dejado colgados a sectores productivos, hay vivos ejemplos del valemadrismo del ex alcalde.
La otra, la zacatecana, esa hace la lucha, tiene todo el aparato oficial a su favor, todos los recursos, tanto humanos materiales y económicos, recorre la entidad en medio de la bonanza, pero también lo hace cubierta en un amplio manto de soberbia, prepotencia y egocentrismo, lo que por supuesto ya le está restando votos y adeptos.
Sus recorridos electorales los harán bien protegidos, con experimentados grupos de choque, como ya quedó visto el pasado domingo en conocido café del municipio de Boca del Río, donde la zacatecana vivió su primer zancadilleo.
Aun cuando el peroteño presuma qué ese no es su estilo, que él es un político serio, lo cierto que entre los de su equipo transitan elementos de pésima imagen, de negros antecedentes y con un pasado porril y si eso no lo sabe, pues qué pena porque es un secreto a voces entre la clase política veracruzana. Por cierto, entre sus colaboradores del primer círculo existe uno que a cada rato presume que habrá de ser el artífice del trabajo sucio, es más, se dice, que ya en una ocasión el ahora candidato escucho de vivo voz el ofrecimiento de hacer esa labor, lo que al instante fue rechazado por el peroteño. Lo curioso es que ahora ese personaje es muy cercano al abanderado de la coalición «Fuerza y Corazón por Veracruz», o al menos eso dicen.
Lo cierto, es que de ahora en adelante y hasta el día treinta de mayo, en los tres candidatos, todo será perorata, propuestas y mejoras, sonrisas, abrazos y fotos.
Todos se dirán ser los mejores, los más honestos y hasta se habrán de atrever a presumir qué hasta pan comen.
Vaya gusto.
Un recordatorio a los candidatos, las encuestas no dan el triunfo, las fotos no cuentan y el voto corporativo ya no existe.
El electorado ha despertado.
Provecho.

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