BARRA LIBRE.
Alfredo Quezada Hernández
LOS GORILAS DE ZUÑIGA BONILLA.
De nueva cuenta los gandules pupilos del que hace las veces de titilar de Seguridad Pública en la entidad veracruzana, un tal Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, protagonizan actos de prepotencia y abuso de poder. Como la de ayer martes por la tarde, cerca de las catorce horas, donde más de una decena de gandules policías interpretaron escenas grotescas, vejatorias y nada apropiadas de un cuerpo de seguridad al que presumen ser uno de los mejores a nivel nacional.
Le cuento.
Fue en la esquina de Nicolás Bravo Zaragoza y Primo Verdad, a una cuadra de palacio de gobierno y a menos de cincuenta metros de la pomposamente llamada Torre de Seguridad, donde se dieron estos ofensivos hechos.
La intolerancia de un agente de tránsito, esa neurosis que por lo regular cargan estos «servidores públicos», puso en peligro la vida de un reconocido galeno al cual la glucosa se le disparo a más de 600, por lo que, por unos momentos, estuvo desorientado, poniendo en alto riesgo su vida.
Y todo lo anterior debido a que el profesional de la medicina iba rumbo a su casa y al cruzar la calle Zaragoza y no darles el paso el cumplido agente de tránsito, el galeno le recordó que el peatón es primero. Esa frase fue motivo más que suficiente para que el servidor público se sintiera ofendido y al instante pidiera el apoyo de los elementos policíacos, los cuales en parvada llegaron desenfundado armas y sobajando al doctor. Gracias a la oportuna intervención de sus vecinos y las personas que también esperaban la atención del agente de tránsito para poder cruzar la calle, las cosas no pasaron a mayores, pero si fue suficiente para que la vida del galeno fuera puesta en peligro al padecer diabetes.
Así las cosas, con estos gandules, con los pupilos de Cuauhtémoc, de esos servidores públicos que con la población son prepotentes, abusivos y groseros. Pero que tal con delincuencia, allí son dóciles, sumisos, allí puro abrazo.
No cabe duda que el tema de seguridad pública sigue siendo en gran pendiente de esta administración, de este gobierno que (mal) encabeza el hijo de Atanasio.
Una administración que, para fortuna de millones de veracruzanos, ya se acabó. Y decimos que ha concluido porque ahora sí al hijo de Atanasio lo ignora hasta el intendente de palacio de gobierno.
Lástima.