La pasajera del ferrocarril.

CULTURA, ESTATAL
Francisco Orozco
Durante muchos años, la estación del Ferrocarril en Perote, ha sido testigo mudo de innumerables historias. En su época de oro, los pasajeros del tren eran abastecidos de comida, bebida y recuerdos en su paso obligado. Era una verdadera aventura el viaje, que algunos iniciaban en la Ciudad de México y concluían en el Puerto de Veracruz. Durante muchas horas permanecían sentados en incomodas bancas de madera, por lo que la parada en la estación de Perote era un descanso anhelado a pesar del frio.
Cuentan que un día, una bella mujer descendió para caminar y estirar sus cansadas piernas, además de comprar un café y algo de comida. Toña, una joven vendedora del pueblo, le extendió la bebida y la comida; la dama pago con una extraña moneda, que fue rechazada en un inicio por Toña. Con una sonrisa muy especial, que iluminaba el ambiente, la mujer se presentó como Socorro y le explico que la moneda tenía un gran valor sentimental para ella pero además, era lo único con lo que podía pagar en ese momento, prometiendo que en el siguiente viaje, cuando regresara de visitar a su hijo, le pagaría más del doble de la deuda; Toña un tanto desconfiada acepto y la pasajera regreso al tren.
Toña, de vuelta en casa, un tanto triste porque la venta hacia días era muy poca, guardo la moneda en un alhajero, en espera de que Socorro volviera lo más pronto posible para recuperar su dinero. Al anochecer, la caja que contenía la moneda empezó a emitir un haz de luz que pegaba directamente en una imagen religiosa que Toña había recibido de su madre hacía mucho tiempo, iluminando su rostro. Aunque guardaba esa imagen por cariño a su madre, no sabía a quién representaba y la verdad poco le había interesado. La primera noche, Toña no se dio cuenta de la situación, pero las siguientes noches, nueva e invariablemente la luz sobre el rostro de la imagen se repitió. En una de esas noches, sin poder conciliar el sueño Toña volteo y vio el haz de luz que iluminaba la imagen. Extrañada, tomo el alhajero y lo abrió, entonces la luz dejo de emitirse y la moneda tomo un color rojo intenso como si estuviera calentándose durante mucho tiempo, ladridos de numerosos perros se escucharon de pronto y aleteos de aves sobre las ventanas se podían oír. Temerosa y asombrada por el efecto en la moneda, cerró el alhajero y en ese momento los ladridos de los perros y los aleteos de la ventana cesaron. Al día siguiente, creyendo que alguna luz de la calle se reflejaba en el alhajero, lo cambio de lugar pero por la noche, la luz nuevamente se encendió y siguió a la misma imagen, otra vez para iluminar su rostro. Por curiosidad y temor no pudo conciliar el sueño; muy temprano se levantó, preparo sus productos para la venta en la estación y salió como los días anteriores, dispuesta a esperar a la pasajera que había prometido volver a pagarle, aunque el dinero era lo de menos porque a partir de su encuentro con ella la venta se había recuperado y le estaba yendo muy bien, ansiaba sobretodo salir de dudas sobre la luz que salía de la extraña moneda…
Durante varios días, Toña espero desde muy temprano en la estación y hasta el anochecer la llegada de Socorro pero fue en vano.
Una noche oscura, al ir de regreso a su casa, Toña tropezó con una piedra y cayó tan fuertemente que su cabeza choco con el suelo provocando que perdiera el conocimiento. Cuando despertó y pudo incorporarse, su cara sangraba y el hombro le dolía espantosamente. Entro a su casa dejando un hilillo de sangre en el suelo, corrió al baño donde lavo su rostro y a través del espejo pudo ver una enorme herida en la frente, que asustada limpio con rapidez. Con los intensos dolores, se recostó en la cama y después de un rato se quedó profundamente dormida. Minutos después, el haz de luz del alhajero que emitía la moneda, se proyectó sobre el rostro de toña y con suaves movimientos pareció acariciar su cara en la zona de la herida hasta desaparecerla y dejar su rostro como antes. A la mañana siguiente, Toña despertó sin rastro de la herida ni cicatriz, también los dolores habían desaparecido, no así las manchas de sangre, que esparcidas en la habitación eran testigos de la accidentada noche anterior. Parecía que había sido solo un mal sueño, pero la sangre en el suelo y en la ropa le recordó el susto y el dolor del golpe. Después de limpiar y totalmente confundida, nuevamente salió a la estación para la venta, pronto olvido el incidente por unas horas del acontecimiento, ya que desde su llegada a la estación no paraba de vender y antes del mediodía había terminado con todo lo que había preparado.
Así Toña, feliz regresaría muy temprano a su casa y por hoy no esperaría a Socorro como los anteriores días hasta muy tarde, pero cuando abandonaba la estación, le pareció ver a Socorro caminando por la calle y decidió seguirla, Toña se sintió indignada por que no la había buscado como acordaron. A toña le fue difícil alcanzar a Socorro porque cada vez que toña apretaba el paso, parecía que Socorro también aumentaba la velocidad. Por unos momentos toña perdió de vista a Socorro pero al pasar frente a la iglesia de la colonia logro verla entrar ahí. Toña pensó que Socorro quizá la había visto y para no pagarle quería esconderse y aunque el dinero no le importaba y tal vez le perdonaría la deuda, deseaba preguntarle de la luz que emitía la moneda. Cuando Toña ingreso a la capilla, no vio a nadie, solo un nicho nuevo recién adornado y vacío, flores e imágenes de santos y una cruz de madera con listones de colores. Aunque busco rincón por rincón no hallo a Socorro por ningún lado a pesar de que el edificio tenía una sola puerta que servía tanto de entrada como de salida. Extrañada y frustrada por la situación, dio media vuelta y cuando estaba por salir casi tropezó con una imagen a tamaño natural que parecía que recién la habían llevado, porque todavía estaba en el suelo, cubierta con un plástico transparente y colocada descuidadamente; cuando clavo la mirada en el rostro de la imagen, le pareció ver una sonrisa conocida en ella, sin duda era igual a la pasajera que le había dejado la moneda y siguió observando la imagen, hasta llegar al pie donde pudo ver la leyenda “Virgen del Perpetuo Socorro”, toña confundida cada vez más, salió de la iglesia rápidamente y se dirigió a su casa; al llegar, un impulso la hizo correr hacia el alhajero que contenía la moneda y lo que encontró la dejo “helada”: adentro había una imagen, igual a la que colgaba en su pared y que a la vez era igual a la que había encontrado al salir de la iglesia, además había una cantidad de billetes que cubrían exactamente siete veces la deuda de la pasajera del tren, pero la extraña moneda ya no estaba…. FIN
Please follow and like us: