El olor del campo

CULTURA, ESTATAL

Juan Noel Armenta López

El olor del campo, es el olor de la vida. El olor del campo, es el olor señorial de la flor de la canela. El olor del campo, es el olor a sándalo, a maguey, a cedro, a pino, y a guayacán. El olor del campo, es el olor a bugambilia, a tuétano de mango, a naranja cucha, a berenjena, a sandía, a pipiana, a tomate ojo de venado, a calabaza y a bule. El olor del campo, es el olor de la risa, a veces llanto. Huele el campo a la voz del arroyo, a humedad de las hojas caídas en otoño, a higuera, a coyote, a gato montés, a chabacano, a epazote, a zanate y flor de muerto. El olor del campo, es el olor a choquilla de la nahuyaca. Huele el campo a faisán, a pato gallareta, a becerro tierno. Huele el campo a tábano, olor a ponche de cabañuelas, olor a ruido de la caída de un ramaje, a pangola, a gallina ciega, a mandril, a perejil, a yerbabuena y a agua fresca del pilancón. El olor del campo, es el olor a estrella, a luna, a sol, y a lucero. Huele el campo a rocío, a mujeres hermosas, a pastores de rostro duro. Huele el campo a fornitura, a machete, azadón. Huele el campo a piedra de sabiduría, a zorro, a diminuta araña, huele a pescado, a gaviota, a grulla, a camino de arándano, a vainilla y a pera. Huele el campo a sacalenguas, a suave amituya, a pecho catrín de pavo real, a iguana y a tilcampo, a maíz, a rata, y a rosa de castilla. El olor del campo, es el olor a poema, a leyenda, a pozo y a cazuela, a copal, a santo, a respeto y a fe. Huele el campo a empeño, a esperanza, huele a presente y a futuro promisorio. Huele el campo a sueño, huele a boca de llano en llamas, huele a cañada, a vertiente, a húmedo muro, huele a planicie, a vulva de coco, a llanura y a montaña. Huele el campo a ruana, a borrego y a tepetate, huele a peyote, a tepehua, huele a mirada enamorada, a búsqueda de calor de piel, a beso romántico, a fugaz doncella. Huele el campo a menjurje, a recuerdo, a espina de zarzal, a humeante café de pepena, huele a grillo, a rayo de luz en la penumbra, huele a cortina blanca de hielo seco, huele a miedo, a reto, a cresta de pájaro, a quebrantahuesos, a comprensión, a espuma de pochote. Huele el campo a retablo, a chinchilla, a chalahuite, a fresa, a tortilla de comal. Huele el campo a mora y a capulín, a bocanada de humo, huele a zorrillo, a hiena y a pomarrosa, a pomada y a ceniza, a cacahuate y a paxtle, a hongo, a yerbadulce, a centella, a vendaval, a palmito, huele a reboso y a peineta. El olor del campo es aliento huracanado, huele a sentimientos nobles, a justicia, a verdad, a permanencia en este mundo. En el campo no solo se vive, vivir es un deber, no un querer. Podría pasar la vida entera observando la montaña, viendo el pelambre del potrero, sintiendo el correr del agua, oyendo el canto del pájaro de las cuatrocientas voces. Podría pasar la vida sintiendo el calor del brasero y el olor del grueso de la carga de la leña. Podría seguir viviendo recargando las emociones sobre las arrugas de la tierra porosa, tocando los colores del arcoíris. Lamentablemente el olor del campo está en terapia intensiva. Gracias Zazil. Doy fe.