BARRA LIBRE.

OPINION

Alfredo Quezada Hernández.

VICENTE AGUILAR A. – PT VERACRUZ.
Con cerca de veinte años al frente del negocio en Veracruz, el alteño no se cansa de llevar agua a su molino. Sus caprichos políticos los ha visto coronados cómo también ha sabido acomodar a la parentela.
Por lo que, dicen, se ha convertido en todo un regenteador de las siglas petistas.
Uno de sus mayores logros es haber sentado a su hijo en la silla principal de su natal Alto Lucero, una comarca próspera que hoy vive las consecuencias de un bisoño de la política, de un bueno para nada, de un tipo al que todo «le ha dado papi».
Ahora, con esto de las candidaturas, hacia el interior de la sede petista cuentan qué el negocio fue redondo para Aguilar Aguilar, «todo le salió de maravilla, aun cuando no pudo colocar a su hijo en la local».
Usted les cree, nosotros también.
Recordemos que Aguilar Aguilar ha luchado contra viento y marea para sostenerse al frente del negocio electoral, pero a válido la pena.
Su mayor virtud es tener contento al tlatoani del partido, al Profe Anaya. Eso le ha valido la permanencia el frente del negocio aquí en Veracruz.
Las luchas intestinas que ha librado no han sido fáciles, pero complaciendo y siendo dócil con el Profe Anaya es más que suficiente.
Su servilismo le ha dejado muy buenos dividendos, por eso ahora en estas épocas electorales hace y deshace.
Una muestra de sus arrebatos es la inconformidad mostrada por una aspirante a la diputación local por el distrito de Perote, espacio donde fue ignorada por el tal Vicente Aguilar al ceder la candidatura al partido en el poder. De igual forma, la equidad de género le valió madre al alteño.
Pero eso es una pequeña muestra de las atrocidades que comete el dirigentillo ese, ya que también los señalamientos por nepotismo son cuantiosos y de todo ello ya ha dado cuenta la militancia petista de la entidad.
Tan solo en días pasados un numeroso grupo de militantes, con pancartas en mano, lo señaló de buscar acomodo laboral a su yerno, hermano, hijo y sobrino, destacando la forma como ha usufructuado con el partido, logrando convertir las siglas petistas en un auténtico negocio familiar.
Lo cierto es que el PT, al igual que otros institutos políticos no es otra cosa que una auténtica rémora electoral, un negocio que está al servicio del partido en el poder y que hace las veces de bufón en estas épocas electoral.
Al menos aquí en Veracruz, dicho partido no representa nada ni a nadie.

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