Bitácora Política
v Se va a cumplir un mes de la desaparición del líder social
v Presidente del Movimiento de Resistencia al No Pago de la Luz
v La desarticulación de las luchas sociales en Veracruz: el Rector
Por Miguel Ángel Cristiani González
Se va a cumplir ya un mes de que se encuentra desaparecido José Francisco Fernández Morales “El Potro” presidente del Movimiento de Resistencia al No Pago de la Energía Eléctrica.
Hasta ahora no se han tenido resultados positivos, en las búsquedas de amigos, familiares y simpatizantes de la Asociación Civil denominad La Leyenda de Chucho el Roto.
Tampoco ha servido de nada la manifestación que se hizo en la Plaza Lerdo de Xalapa para exigir a las autoridades que se intensifique la búsqueda.
Por cierto se extraño la presencia en las manifestaciones, del ahora rector de la Universidad Veracruzana, Martín Gerardo Aguilar Sánchez quien, en otros tiempos fue uno de los asesores de la asociación La Leyenda de Chucho el Roto, en la llamada “lucha social”.
Pero ahora que se encuentra del otro lado del mostrador, como funcionario público, al parecer ya se olvidó de lo que durante tantos años estuvo fustigando.
Bien dice Pancho López, el filósofo ateniense xalapeño que no es mismo ser borracho que cantinero.
Hasta hace poco tiempo, Martín Gerardo Aguilar Sánchez era un apasionado estudioso y participante de los movimientos políticos en la entidad, así lo muestra en un artículo publicado en una revista de la Universidad de Puebla, no en la Veracruzana, titulado “El Cambio político Movimientos Sociales en la era del Neoliberalismo”.
Aunque ahora que se encuentra instalado en su despacho de la rectoría de la Universidad Veracruzana, tal vez tendría que escribir otro artículo titulado “El Cambio Político Movimientos Sociales en la Era de la Cuatro T”.
Entre las conclusiones a que llega el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas afirma lo siguiente:
“El cambio político de Veracruz se produjo, cuando el presente político de México parece cerrar el ciclo de la transición a la democracia y refrendar su fracaso. Por lo tanto, el análisis del cambio político de Veracruz no puede plantearse en esos términos, pues implica una lectura crítica de las interpretaciones de la transición, que se centran en las continuidades autoritarias del sistema político, en detrimento de la consideración de la naturaleza problemática del cambio en el contexto global, nacional y subnacional del neoliberalismo y en la trayectoria histórica del capitalismo y de las modernizaciones sucesivas de México, lo cual involucra las dinámicas de las élites políticas y cuestiones relativas al régimen.
Si bien, ya fuera de toda idealización, las contradicciones entre el neoliberalismo y los neopopulismos resultan ser una reminescencia de las que prevalecieron entre el liberalismo y el populismo en el pasado mexicano, así como de las contradicciones al interior de ambos[1]. En ese sentido, el nuevo ciclo apunta hacia redefiniciones mucho más amplias que abarcan también a los movimientos sociales.
Los casos presentados en Veracruz permiten observar una desarticulación creciente entre las luchas y la política institucional, entre su oposición a las políticas neoliberales y las perspectivas de la democracia liberal. Sectores que se habían vinculado con esos procesos y perspectivas, por ejemplo el sector indígena a nivel local, ya tomó sus distancias. Otros, cambian la tradicional estructura corporativa, como los sectores petrolero y magisterial en Veracruz. En estas tendencias, aunque los partidos históricos logren conservar ciertas bases sociales, se rompe la relación con ellos. En fin, los movimientos sociales no se vinculan orgánicamente con el cambio político de Veracruz, redefiniéndose distintas posiciones ante él. Esas tendencias pueden ser aprovechadas por la corriente política de Morena, pero tampoco resulta siempre así, pues no se establece una relación estable con ella.
Lo anterior podría ser interpretado como un síntoma de la crisis de la democracia y posdemocracia, sin embargo existen y se expresan demandas de igualdad y derechos en un sentido democrático fundamental, no siempre muy delineada, pero en todo caso más allá de la posdemocracia, tal como se experimenta en México y Veracruz; combinándose con los rasgos autoritarios del sistema político en un escenario de violencia social, política y criminal, donde se cristalizan el pasado y el presente, lo global y lo nacional, es decir, las estructuras y relaciones de fuerza constituidas en el tiempo y en el espacio”.
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