VIAJAR POR LA SIERRA.

OPINION
Alfonso Meza y Carmona
Eran días aquellos en que la comunicación vía terrestre a Xalapa y la Sierra era muy complicada, salíamos de Misantla muy de mañana rumbo a Xalapa en un viejo autobús de ATB, pasando por las comunidades de Galeras, hoy Venustiano Carranza, Kilómetro Nueve y otras.
El autobús nos dejaba en las estribaciones de la Sierra y había que caminar en la “cuesta” recuerdo pasar por Leona Vicario con sus hermosos paisajes y de ahí continuar a pie hasta lo que hoy conocemos como el “cajón” muy cerca de la Chivería, hasta donde otro autobús nos esperaba, así era la comunicación en aquellos días, por cierto dicen que en el lugar que se conoció como el mentado “cajón” tuvieron que dinamitar para hacer el paso, historias que corren.
El viaje era ir a Tierra Fría, hoy Loma Plan, muy cerca de Chiconquiaco, – hoy a una hora- de donde era oriunda mi abuela, ir a ese lugar representaba en mi persona emociones encontradas, sentía que andábamos muy lejos de Misantla, emoción especial era la llegada de la noche en la que las cobijas de lana realizadas en aquellos lares era lo común, usarlas era parte de la vida cotidiana, asimismo ver a nuestros familiares con sus jorongos que se arremolinaban junto al lumbre del “bracero” para quitarse el frío y entonces venía la plática y los recuerdos.
Llegar a aquella ranchería era en verdad emocionante, sentir otro clima, ver arboles de manzana, pera, ciruelas en fin otra vegetación diferente a la misanteca, un clima frío, caminar por aquellos cerros donde pastaban las ovejas, comer aquellos ricos alimentos pero sobretodo observar el respeto con el que recibían a mi abuelita, el aire de importancia que inspiraba al hablar, al dar un consejo, al preguntar por la salud de algún familiar o conocido, eran los día en que imperaban otros valores.
Recuerdo una anécdota: sucede que al lado de la carretera en Loma Plan vivía una señora a la que mi abuela seguramente conoció de pequeña, siempre la iba a saludar cuando iba y la plática recurrente era como mi abuela la llevaba a bañar al arroyo, de aguas muy frías por cierto.
– Recuerdas que de pequeña te llevaba al arroyo a bañarte, no querías ir pero yo casi te obligaba.
– Si, doña Licho, lo recuerdo muy bien, era chiquilla y no me gustaba mucho el agua…
– Pero yo te obligaba, faltaba más.
– Así era, ya pasaron muchos años.
– – Si, tenías un pelo que me costaba “escarmenarte” jajajaja.
En fin, era toda una odisea realizar el viaje hacía la Sierra, hoy me entero que tenemos mucha familia, la Sangabriel, diseminada por toda la serranía, lo cual nos causa alegría y rememoramos aquellas años y las platicas que nos decía mamá Licho, aprendimos y mucho.
Tiempos idos pero que queremos rescatar y así preservar la historia familiar.
Fotos: Con el crédito correspondiente.
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