
Sin tacto
La sucesión en la UV (3)
Por Sergio González Levet
Parece que la sucesión rectoral en la Universidad Veracruzana puede empañarse si el grupo duro de consejeros del Rector y el propio Martinillo se empeñan en una artimaña para quedarse con la Rectoría. Lo que pretenden es evitarle al Rector la angustia de enfrentar adversarios (y, sobre todo, adversarias) durante la contienda, y que se evidencie su carácter débil e inseguro de aquél. Ya lo han visto en sesiones del Consejo Universitario temblar y lo han oído cantinflear, y aunque piensan que la Junta de Gobierno casi la tienen en la bolsa, prefieren no arriesgar, a costa de romper con la legalidad y echar a la Junta al despeñadero. Veamos.
La Ley de Autonomía estipula que la Junta tiene la atribución de designar al Rector (Art. 4); deberá publicar la convocatoria de consulta para designar Rector dos meses antes (Art. 8) de que éste concluya su periodo, y que para designarlo se requieren seis de los nueve votos posibles (Art. 9).
No estipula que estas reglas se apliquen sólo a los nuevos rectores y no a quienes están en funciones y pretendan continuar un periodo más de cuatro años al concluir el primero, y así lo han entendido las juntas que han tenido a su cargo este proceso desde hace casi treinta años.
A un segundo escrutinio se sometieron Víctor Arredondo, Raúl Arias y Sara Ladrón de Guevara, los tres rectores de la autonomía previos a Martín Aguilar; porque esos tres previos, con sus cualidades y defectos, no tuvieron el de la inseguridad. En los consejos universitarios ni temblaban ni cantinfleaban, y ni remotamente se les ocurrió una maniobra legaloide como para mal interpretar el décimo artículo de la Ley de Autonomía, que dice: “El Rector durará en su cargo cuatro años, periodo que podrá prorrogarse por una sola vez, y tomará posesión el primer día hábil del mes de septiembre del año que corresponda”, casi copia al carbón del artículo 36 de la Ley Orgánica: “El Rector será designado por la Junta de Gobierno y durará en su cargo cuatro años, periodo que podrá prorrogarse por una sola vez”.
El lector ha adivinado. El tal Martinillo pretende solicitar -o ya lo hizo- a la Junta de Gobierno que le otorgue la prórroga, que se ahorre la convocatoria (a fin de cuentas, ahorrar es parte de la austeridad republicana), y que lo dejen tranquilamente otros cuatro años; para qué competir si eso es neoliberal.
La Ley de Autonomía de la UV dice en su exposición de motivos que la Junta de Gobierno estará integrada por personas de calidad moral y méritos académicos. Si sus actuales integrantes quieren refrendar estas características, no se prestarán a tan baja maniobra. Si lo hacen, estarán iniciando la demolición de una institución que no construyeron.