
Sin tacto
1º de junio, lo que nos espera
Por Sergio González Levet
Pongamos que usted es una ciudadana o un ciudadano responsable, que considera útil, provechoso y necesario cumplir con la obligación y el derecho de participar activamente en las votaciones.
Digamos que, en ese talante, usted acudió a renovar su credencial de elector y ahora tiene su plástico vigente para ejercer su voluntad popular.
Imaginemos que hoy es el primer domingo de junio de este 2025…
Se despertó temprano, como es maldición para los viejos y para los jóvenes que tienen hijos pequeños (esos locos bajitos que se incorporan, con los ojos abiertos de par en par). Desayunó más o menos con abundancia, aderezados los platillos con un café lechero y su inevitable pieza de pan.
Tal vez tomó una ducha, que eso electoralmente podría ser lo de menos… o no, porque en las largas filas bajo el sol a veces se acumulan hedores o de plano podredumbres que hacen flaquear seriamente a quienes pretenden manifestar su voluntad por medio del sufragio (efectivo, no reelección, si le hemos de creer a nuestra Presidenta Sheinbaum).
Si usted tiene la dicha exultante de ser veracruzano o de vivir en este paraíso al norte de Edén, ese primer domingo de junio probablemente se dirigirá primero a la casilla indicada para elegir a alguno de los 212 presidentes municipales que se renovarán este año, y una vez que haya cumplido tomará la decisión de acudir o no a las elecciones de jueces magistrados, consejeros y ministros del Poder Judicial.
Pensemos que le fue bien en cuestiones de tiempo al votar por su candidato a alcalde favorito, que hizo una soportable fila de 20 minutos, mitad al sol y el resto en la bendita sombra, y que despachó el cruce de la boleta en cosa de dos minutos, más otros tantos en doblarla y depositarla en la urna.
Hasta ahí va bien la cosa, y por eso cabe la posibilidad de que se haya animado a ir a la votación judicial.
¿Qué podemos esperar como ciudadanos en esta elección inédita, que es única en el mundo? Aunque se prevé una participación casi nula, la cola será lenta y larga por el tiempo que tomará cubrir el trámite.
Una vez que llegue y que presente su credencial del INE, le darán ¡10 boletas 10!, seis para los federales y cuatro para los estatales, en las que tendrá que leer varios cientos de nombres, decidirse por un hombre y una mujer en cada una, ver el número que le correspondió a la aspirante y al aspirante de su gusto y poner ambos en los dos recuadros que estarán en la parte superior.
Dicen quienes han hecho ensayos, que entre la lectura, la selección, la imposición de los números, el doblaje de las papeletas y su depósito en la urna cada ciudadano tomará cuando menos 25 minutos, si tiene más o menos idea, pero si no, puede ser que se gaste hasta 45 minutos de su vida. Así que si hay veinte personas en la fila, eche usted cuentas.
Votar o no votar, he ahí el dilema hamletiano para ese domingo que será tormentoso para las voluntades en elección y caótico para los organizadores, que hasta la fecha no saben cómo le van a hacer.