Sin tacto

OPINION

 

 

El diluvio que viene

 

Por Sergio González Levet

 

Sí, es cierto, las amenazadoras deportaciones de indocumentados hacia México hechas por Donald Trump no fueron multitudinarias desde el primer día de su presidencia, como lo repitió hasta el cansancio en su campaña y en su periodo de Presidente Electo.

Sin embargo, la espada de Damocles pende sobre el cuello de nuestra nación, porque en cualquier momento el ejército gringo puede empezar a mandarnos hornadas de paisanos -y de muchos hermanos latinos con ellos- hasta el grado de que no podamos contenerlos y menos abrigarlos y alimentarlos.

No sé si fue adrede o una broma macabra del destino, pero los deportados llegarán a nuestro país en las peores condiciones climáticas, con uno de los inviernos más crudos y gélidos del siglo. ¿De dónde pensará sacar el Gobierno de la Cuarta Transformación -en su versión segundo piso- los millones de cobijas que se necesitarán para que los llegados no se mueran del frío inmisericorde que nos está recetando la madre natura en estos días y en muchos más hacia delante de la estación invernal?

¿Cuántas barras de chocolate y cuántos litros de leche y cuántos pocillos de peltre y cuántos kilos de gas serán necesarios para que los recién llegados puedan tener un sorbo de calor y calorías dentro del cuerpo?

¿Pensará acaso el Patriarca salir de su laberinto y venir a hacer un milagro del sermón de la montaña igual al que hizo el que él cree que es su igual? ¿Regresará para transformar diez peces en millones de filetes de robalo y unos cuantos panes duros en camionadas de bolillos resplandecientes y bien tostados?

¿Cómo harán caber a 100 mil peregrinos en tiendas de lona con cupo para 3 mil?

¿Quién será el moderno Noé que construirá un arca de tal tamaño que pueda trepar en ella a las legiones de expulsados del Paraíso del Norte, de la nueva tierra prometida para los ilusos del éxodo contemporáneo?

¿Y qué haremos con los criminales y asesinos y delincuentes y violadores y sicópatas que se integrarán fácilmente -ésos sí- a las bandas malhechoras que tienen asolados a los buenos ciudadanos de este país lleno de congoja y muerte?

¿Qué nos queda a los mexicanos con un demente que quiere barrer a la miríada de mujeres y de hombres que trabajan de sol a sol, sin ley y sin ninguna protección legal, y cobran unos cuantos dólares que se convierten en unos buenos pesos para mandar a casa y mejorar la vida de los hijos y la mujer, que se quedaron a esperar la llegada del chivo internacional con toda la paciencia del mundo?

¿Qué nos espera? ¿Cómo lo afrontaremos?

 

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