Sin tacto
Se nos fue Ifigenia
Por Sergio González Levet
Era el referente máximo de la mujer de izquierda en México, la luchadora histórica, el paradigma (“ejemplo” o “modelo”, dirían los que no son sangrones para escoger palabras).
Ifigenia, como muchos, empezó su larga carrera política en el PRI, que la hizo funcionaria de alto nivel desde muy joven y diputada en dos ocasiones. Pero sumó otras dos desde el PRD y Morena, respectivamente, porque fue protagonista de la mayor escisión del PRI, cuando en compañía de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo encabezó la Corriente Crítica en 1988, que desembocó en la creación del Partido de la Revolución Democrática y en que ella fuera la primera mujer electa directamente a la Cámara de Senadores por un partido de izquierda.
En esa LIV Legislatura hizo con Porfirio Muñoz Ledo un par muy incómodo para el entonces partido oficial, al grado que el poderoso presidente Carlos Salinas de Gortari tuvo que reunir a los senadores priistas, les puso un regaño histórico y les demandó que cómo era posible que dos izquierdistas los trajeran en vilo, a ellos que eran la enorme mayoría. Lo cierto es que los senadores oficialistas nunca pudieron con Ifigenia y Porfirio, y quedan para la historia los ridículos que pasaron ante la inteligencia y la congruencia de los entonces perredistas.
Ifigenia Martha Martínez y Hernández nació en la Ciudad de México el 16 de junio de 1925. Destacó como una excelente alumna en la Facultad de Economía de la UNAM y al término de su licenciatura viajó con su marido, el también reconocido economista Alfredo Navarrete, a hacer una maestría en la Universidad de Harvard, lo que la convirtió en la primera mujer mexicana en obtener tal título. También hizo ahí estudios de doctorado, aunque nunca se recibió.
Doña Ifigenia recibía las mayores consideraciones de Andrés Manuel López Obrador, a quien apoyó en la creación de Morena. Una de ellas, es que llegó con él del brazo al Congreso de la Unión cuando tomó posesión como Presidente de México el 1º de diciembre de 2018.
La compañera Ifigenia tenía 99 años y una condición de salud sumamente precaria cuando fue elegida como diputada y presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara respectiva.
Pero al gran empecinado se le ocurrió que la pobre señora, que era un símbolo viviente casi, asistiera a imponerle la banda a la primera mujer Presidenta. Contra toda recomendación de los doctores que la atendían en sus días postreros, el aparato de seguridad de la Presidencia se encargó de llevar en vilo a la gran luchadora, con un tanque de oxígeno y muchos fármacos, hasta depositarla en la silla de la Presidencia del Congreso, y desde ahí logró sobrevivir a la solemne ceremonia, aunque no se pudo levantar para imponerle la banda a Claudia Sheinbaum.
Como era de esperarse, doña Ifigenia falleció el 5 de octubre, víctima de la necedad que no le permitió descansar en paz sus últimos días.
Aunque pasó a la historia…
¡Otra más!, diría Lorenzo Benavides en el Gallo de Oro de Rulfo.