Sin tacto
¿Quién me roba tu voto?
Por Sergio González Levet
Agustín Lara fue un veracruzano hechizo, pero creó tanto para su tierra putativa que terminó siendo adoptado por los más profundos veneros del alma jarocha. Fue y es tan de nosotros que quien diga lo contrario puede arriesgar sus oídos a ser visitados por cualquiera de las groserías (no sé por qué les llaman “malas palabras”) que se acostumbran usar en el dialecto local, uno de los más ricos e ingeniosos de toda la geografía del habla castellana.
En su historia, Lara llegó a decir innumerables veces la grata mentira de que había nacido en Tlacotalpan, y los lugareños tomaron la versión por tan cierta que hasta un museo dedicado al músico poeta hay en “su tierra”, y si le urge, no faltará quien lo lleve a “la casa donde nació Agustín”.
Como compositor, Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara Aguirre y del Pino -que así le impuso el padre en la pila bautismal- inmortalizó a “su” tierra con muchas composiciones, como “Veracruz”, que es ni más ni menos que un segundo himno estatal después de La Bamba y un tercero después del himno oficial que escribió el poeta de Coatzacoalcos Francisco Morosini y musicalizó el maestro Riszard Siwy; un himno muy emotivo que por cierto ha sido desterrado de los actos oficiales quién sabe por qué razón.
Lara llegó a registrar 445 canciones y su inspiración lo llevó a componer más de 700, según quienes han estudiado y conocen su obra. Hay boleros, sobre todo, pero también tangos, sones, pasodobles y hasta varias sentidas rancheras que no le piden nada a las de José Alfredo, como Aquel amor y Se me hizo fácil.
Sus canciones llenas de talento y pasión sirven a todas las situaciones posibles del romanticismo, porque Agustín se atrevía a escribir lo que fuera, aunque lo quisieran meter a la cárcel o le prohibieran sus canciones.
Aprovecho uno de sus temas, y pondré nomás por puro regocijo lo que pretende ser una variación electoral de su canción llamada ¿Quién me roba tu amor?, que viene a muy tono con los tiempos, aunque sea en fa menor.
¿Quién me roba tu voto
si lo tengo guardado?
¿Quién me roba tu voto,
si tu voto es robado?
Si tu voto es mi vida.
si lo tengo ganado,
¿quién me roba tu voto?,
si tu voto es sagrado?
Si no puedes votarme
como yo te he votado;
si no podrán votarte,
como yo te he votado.
Tu voto es mi muerte,
tu voto sagrado.
¿Quién me roba tu voto,
si lo tengo enterrado?