Sin tacto
Debatir con un chairo
Por Sergio González Levet
“Como se lleva un lunar… todos podemos una mancha llevar…” cantaba Álvaro Carrillo pensando en asuntos más del corazón sentimental que del político, pero igual podríamos decir en estos tiempos tan convulsos que como se lleva un lunar, toda familia mexicana puede llevar un chairo en casa.
Y si hay uno de esos singulares personajes -ya en proceso de extinción, pero aún presentes en la taxonomía de nuestra vida pública-, no queda más que esperar a que en el momento más impertinente saque a colación el tema de las elecciones que vivimos y padecemos todos los ciudadanos (y hasta los pobres habitantes “de cero a 18 años”, como dicen indebidamente ciertos pedagogos, que no logran entender que alguien que tiene cero años no existe realmente).
Está pues el convivio familiar en toda su expresión de alegría, gratos recuerdos y muchos afectos, cuando nuestro personaje se avienta una pregunta del tipo: “¿A poco ustedes creen que la botarga hizo su fortuna vendiendo gelatinas? ¿Cómo es posible que vayan a votar por esa tipa ridícula que está comprada por los gringos y que va a vender el país si llega a la Presidencia?
Ahí es cuando se acaba la algarabía, se compromete la fraternidad y empieza la discusión de todos contra el impertinente, que se siente obligado a conseguir como sea votos en favor de Claudia Sheinbaum y de todos los candidatos del partido oficial y sus aliados.
El asunto es que discutir con un chairo es un ejercicio totalmente vano.
Vea usted, las argumentaciones de los seguidores y/o fanáticos de Andrés Manuel López Obrador no son válidas pues están plagadas de insultos y de mentiras.
En el caso que pongo como ejemplo, el desaforado cuatroteísta empezó la discusión con un insulto y una mentira. ¿El insulto? Llamar “botarga” a la candidata de la alianza Fuerza y Corazón por México. ¿La mentira? Deslizar que Xóchitl Gálvez afirma que hizo su fortuna vendiendo gelatinas.
Y a partir de esas primeras premisas se vuelve imposible toda confrontación inteligente; por esos falsos términos y esos agresivos modos se hace inútil discutir.
Que según la RAE viene del latín “discutĕre ‘disipar’, ‘resolver’.” Y significa:
“1. tr. Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia.”
La Academia enlista en esa misma entrada varios sinónimos de “discutir”: “analizar, examinar, estudiar, tratar, deliberar, razonar.”
Y como se ve, ninguno de esos términos cabe si caemos en una controversia con un chairo, así que lo recomendable es dejarlo pasar como si no existiera.
Como se lleva un lunar…