Sin tacto
Nahle, el acta y la verdad
Por Sergio González Levet
No le erró el precandidato de la oposición, Pepe Yunes Zorrilla, cuando se decidió por el slogan: Un veracruzano de verdad. Los elementos fundamentales del enunciado se refieren por una parte a la cuna original del peroteño y a su condición oriunda de jarocho, y por la otra al manejo de la verdad, en oposición a la política de mentiras que ha caracterizado a la Cuarta Transformación y a AMLO.
No por nada la ingeniera Rocío Nahle se ha empeñado a acusar a su opositor y a los dirigentes del PAN, del PRI y el PRD, de mentirosos y calumniadores.
La estrategia de la candidata oficial, repetida hasta la saciedad, es acusar a los de enfrente de las culpas propias: que si engaña, los otros son los que falsean; que si utiliza los dineros del Gobierno, los otros son los que utilizan recursos ilícitos; que si acarrea a burócratas, los otros son los que llenan sus mítines con asistentes obligados o amenazados.
Pero nada es verdad de lo que sale de la campaña y de la boca de la villana de Dos Bocas.
Un solo botón de muestra:
Hay un acta en el libro del Registro Civil del Ayuntamiento de Río Grande, Zacatecas, que da fe de que los señores María Elena García Herrera y Arturo Nahle Cavazos presentaron a una niña viva que nació el 14 de abril de 1964 en la cabecera municipal de aquel lugar, a la que le impusieron el nombre de Norma Rocío Nahle García.
Y después hay constancia de que la pequeña realizó sus estudios básicos en su pueblo natal, y los superiores en la Universidad Autónoma de Zacatecas, en la capital del estado en que ella nació.
Sí, en efecto, trabajó muchos años en las oficinas de Pemex en Coatzacoalcos y ahí formó una bonita familia con el señor José Luis Peña Peña, y tuvo la fortuna de procrear dos hijas maravillosas, Rocío y Tania.
Pero doña Rocío no es veracruzana, y miente cuando así lo afirma. Lo sería si hubiera nacido en nuestra tierra (que no es suya) o si alguno de sus padres lo hubiera hecho.
Pero no es así.
Tal vez si su lema de campaña contuviera la palabra “verdad”, como el de Pepe Yunes, se hubiera visto obligada a reconocer que ella no es de Veracruz, que no es veracruzana.
Y mucho menos es más veracruzana que la Bamba, porque no hay en el universo nada ni nadie que sea más jarocho que nuestro son de sones.
Por eso es falsía cuando ella se refiere a “nuestra tierra”, o dice “nosotros los veracruzanos”, porque ella es de Zacatecas.
Y ya.