Sin tacto
¿Cómo se dice?
Por Sergio González Levet
Debido a que esta columna la escribo un día antes de que se publique, la de hoy en realidad fue redactada ayer y por eso me puse dominguero, me salí del tema tan acre en que se ha convertido la política en nuestro país y decidí referirme a algunos temas de la gramática, lo que para mí significa llegar a un oasis en medio del desierto de la falsedad y la ira en que están metidas las autoridades, los militantes de los partidos y los ciudadanos.
El Señor de la Ira sigue apropiado de la agenda cotidiana y da la pauta para que todos nos enfrentemos, discutamos, nos enojemos y hasta lleguemos a las manos y a las armas.
Pero hoy mi venganza íntima es que no le haré caso a sus admoniciones, a sus insultos, a sus regaños, a sus calumnias.
Y entonces le cuento a usted que en mi personalidad secreta de lingüista o en la no tanto de periodista, muchas personas me preguntan a menudo si alguna palabra o una expresión son correctas.
¡Pobre de mí! Y lo digo porque tratar de encontrar una lógica y reglas estrictas en un producto de la humanidad que es usado y modificado diariamente por 595 millones de hablantes (bocas más, bocas menos), es una tarea imposible.
Trataré de explicarlo de la manera más sencilla, como lo hizo el padre de la lingüística, el suizo Ferdinand de Saussure, que nunca publicó un libro en vida, pero que allá a principios del siglo XX tuvo dos alumnos abusados -Charles Bally y Albert Sechehaye- que durante varios ciclos escolares tomaron las notas de sus clases en la Universidad de Ginebra y de ahí consiguieron darle forma al Curso de Lingüística General, que ni más ni menos convirtió el estudio de los lenguajes en una ciencia que él llamó semiología, pero ahora le dicen semiótica los que quieren parecer elegantes o eruditos.
Dice don Ferdinand que el lenguaje es una convención, una puesta de acuerdo entre todos los hablantes, que acuerdan llamar de una manera específica a cada persona, cosa, acción, pasión, movimiento, etc. En español, todos sabemos a qué se refiere alguien cuando dice “mesa” porque acudimos a lo que el profe Saussure llamaba el diccionario que llevamos en la mente. Y los gringos aceptan entre ellos que se le diga “table”.
Y ahí viene lo bueno. El suizo le llamó LENGUA al conjunto de palabras y reglas de su uso que aceptan los hablantes de un idioma. Pero esa lengua está siendo constantemente cambiada por el uso cotidiano y hasta abusivo que hacemos de ella los 595 millones de personas que hablamos castellano. A ese uso diario y multitudinario, el maestro le llamó HABLA.
Y explica que el Habla está haciendo cambios constantes a la Lengua por múltiples factores.
Pero si me permiten, mañana le seguiré con esto y así nos podremos olvidar por un día más de las quejas del anciano.