Sin tacto

OPINION

No todo huele a podrido en Dinamarca

Por Sergio González Levet

Entenderán la paciente lectora y el impreciso lector que debo explicar el título de esta columna.
Es famosa la frase que dice el rey Hamlet a su hijo el príncipe homónimo en la obra de William Shakespeare. ”Algo huele a podrido en Dinamarca” (“Something smells rotten in Denmark”) para significar que las cosas no marchan bien en un gobierno, como sucedía en la tragedia del dramaturgo inglés.
Así, cuando digo que “no todo está podrido en Dinamarca” trato de hacer entender que hay ciertas cosas rescatables en el gobierno de nuestro paladín de los riñones rebosantes.
Por más que un mandatario quiera -emulando tal vez al xalapeño Antonio López de Santa Anna durante la invasión norteamericana del siglo XIX- que todas las cosas salgan mal, algo le va a fallar en un sistema tan grande y complicado como el gobierno de Veracruz.
Vaya, nuestros mandatarios no son perfectos ni en su imperfección.
Seguramente, algo dudarán los adalides de la cuarta transformación cuando ven que hay áreas del gobierno que funcionan o que hacen bien su trabajo.
Esa forma de pensar proviene del mismo patriarca, quien ha manifestado de manera explícita su intención de derribar el antiguo régimen e imponer uno nuevo y distinto.
De ahí tantas acusaciones y tantos adjetivos en contra de los anteriores gobernantes.
De ahí que Andrés Manuel insista en que Morena no es un partido, sino un movimiento. ¿Por qué? Porque los movimientos llegan al poder por la fuerza de las armas y los partidos lo hacen por la fuerza de las plumas enarboladas por los votantes ante las urnas.
Cuando alguien llega al poder a través de un partido, recibe el mandato de la mayoría ciudadana para encabezar una administración, un gobierno que tiene leyes y reglas preestablecidas.
Cuando alguien llega al gobierno a través de una revuelta popular recibe el mandato de establecer una nueva forma de gobierno que implica la desaparición de las instituciones.
Aquí el problema es que nadie ha hecho entender a AMLO que él llegó por el voto ciudadano, no por una revolución triunfante.
La revolución impone su fuerza; la renovación debe preservar el status quo.
En Veracruz, es notorio, el inexperimentado gobernador ha sustentado su estrategia de vida y de gobierno en repetir inmisericordemente lo que haga su sensei, su gurú, el Hombre al que le Debe Todo.
No es para menos, pues todo lo que ha logrado Cuitláhuac proviene de la mano santa de su creador… y el lunes le seguimos.

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