Sin tacto
¡Con el Acuario no!
Por Sergio González Levet
La Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente, que tiene en su titular Sergio Rodríguez Cortés a alguien muy preocupado por todos los seres vivos de la creación, ordenó el cierre temporal del Acuario de Veracruz, pues adujo que “se denunciaron” (sic) “públicamente la realización de fiestas al interior del recinto que alteraron el bienestar animal”, y utilizó la palabrita de moda entre los morenos, ya ven que ahora todo es “bienestar”.
Lo que se dice en el ambiente jarocho, tan lleno de ocurrencias y tan sabio, es que lo que estaba alterando el Consejo del Acuario era el bienestar de una parte del bolsillo del grupo que está en el Gobierno del Estado, porque reporta ingresos millonarios que se utilizan para su mantenimiento y desarrollo, y que hasta el momento no han podido usufructuar a gusto los tiburones de la administración estatal.
Ahí tiene usted la razón fundamental de que el Acuario haya sido castigado con este cierre que a todas luces parece una presión de los funcionarios morenos, tan dados a mal utilizar las leyes en su beneficio.
Los integrantes del cuitlahuismo no lo saben seguramente, y menos les importa, pero el Acuario es una de las anclas turísticas del Puerto, pues recibe cerca de un millón de visitantes al año.
Fue concebido a finales de los años 80 del siglo pasado como un sueño que quiso hacer realidad el ingeniero Baltazar Pazos de la Torre, acompañado de un grupo de empresarios que se pusieron la camiseta por su querido Veracruz. Y lo logró, porque en 1992 Dante Delgado Rannauro todavía tuvo tiempo de inaugurarlo como Gobernador del Estado, el 13 de noviembre, dos semanas antes de que concluyera su mandato.
La obra fue diseñada por el ingeniero Hiroshi Kamio y desarrollada por el ingeniero Luis Kasuga Osaka, y es un orgullo para todos los veracruzanos. De la concepción original, en los 30 años que han transcurrido se han ido haciendo ampliaciones y mejorado la oferta de atractivos.
Preocupa a muchos que los morenos ahora se enderecen a querer controlar el Acuario, porque es conocida su incapacidad para administrar y su voracidad presupuestal. Son capaces de echar a perder este establecimiento que ha sido emblema para el turismo y la ciudad.
Pero más, se quejan los jarochos de corazón que Cuitláhuac y sus cuates no quieren entender que:
“La función social del Acuario de Veracruz es la conservación de los sistemas marinos e implica una enorme responsabilidad el mantenimiento y cuidado de los animales en cautiverio. El Acuario de Veracruz tiene como meta el consolidarse como uno de los principales atractivos turísticos y centro de investigación de actividades acuícolas de nuestro país y ser uno de los acuarios más importantes a nivel mundial.”