Sin tacto
AIFA: ¿medio vacío o medio lleno?
Por Sergio González Levet
La famosa frase del vaso medio vacío o medio lleno se puede aplicar en el caso del Aeropuerto ¿Internacional? Felipe Ángeles: los seguidores de Andrés Manuel López Obrador y el propio AMLO lo ven como una obra casi terminada, mientras sus cada vez más numerosos detractores lo consideran a medio empezar apenas.
He ahí por qué la insistencia de los autollamados chairos, enchairados por el chairo mayor, de que la construcción se entregó el lunes pasado en tiempo y forma, y de ahí también las tantas felicitaciones a los ingenieros del Ejército Mexicano y a los albañiles del pueblo pobre y honesto por haber logrado el milagro de terminar una obra en el tiempo en que habían predicho.
Pero la realidad se encima al lema presidencial de “robar, engañar, traicionar al pueblo” y resulta que al A¿I?FA le faltaron ciertamente los accesos viales, el tren suburbano, las áreas comerciales y de comida rápida (que dieron pábulo a la colocación milagrosa de la señora de las tlayudas que se multiplicaron como peces y panes del sermón de la montaña), el hotel (qué pena con el Presidente, que dijo que iba a ir a dormir ahí el domingo 20 para estar tempranito pero no pudieron terminar de acondicionar ni una habitación, y lo obligaron a que mintiera una vez más -a él que tanto le disgusta- y dijera que no iba a pernoctar porque le faltaba la certificación a la hospedería también inconclusa, ajá).
Ese lunes 21 había en el aeropuerto “completamente terminado” paredes sin acabados, plafones sin colocar que dejaban ver cables y tubos, espacios con pisos sobrepuestos apenas, accesos incompletos.
A la magna obra presidencial le faltaban muchísimos detalles que querían ser tapados con la sonrisa presidencial y con los gritos chairificados de “Sí se pudo”, aunque aún no se ha podido.
Lo cierto, según los expertos, es que el AIFA va a quedar debidamente terminado dentro de unos quince o veinte años, cuando ya estén funcionando todas sus vialidades y haya un tren suburbano que dé un servicio de calidad; cuando haya crecido la infraestructura hasta poder albergar todas las negociaciones que ofrecen servicios a los viajeros internacionales; cuando haya taxis de todo tipo y autobuses y servicio de Uber para poder llegar y salir sin grandes contratiempos, como ahora sucede; cuando haya una cantidad razonable de vuelos nacionales e internacionales para un aeropuerto enclavado en el área de influencia de la Ciudad de México, una de las más pobladas del planeta.
Y lo otro, es que la recuperación de lo invertido con dinero del pueblo se llevará de veinte a treinta años.
Muchos lo vemos medio vacío… la verdad.