Morena, rompe el Estado Constitucional.

OPINION

Por Inocencio Yáñez Vicencio.
No es otra cosa lo que acaba de declarar Claudia Sheinbaum, que rompe el Estado Constitucional, al exclamar que ocho ministros no van a detener la transformación. Como si se tratara de ocho forasteros cerrándole el camino a un grupo de cuatreros. No Claudia. Tu formación callejera no permite ver que no ejerces un poder salvaje, sin controles sino sometido a la Ley.
Hace más de 20 años, el Senado de la República, me publicó un libro titulado El Estado a Debate, donde precisamente hablaba de la necesidad de crear un Tribunal Constitucional, como intérprete y custodio de la Constitución y resolviera los conflictos entre órganos, porque en una controversia donde estuviera involucrada la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ésta sería juez y parte. Tesis sobre la que ha abundado Miguel Carbonell y que secundó Porfirio Muñoz Ledo, como el que hoy tememos, que lamentablemente se aborda desde posiciones de fuerza bruta y con un lenguaje de pendenciero. El problema no es de conocimiento. Ahí tienen a Jaime Cárdenas Gracia, que por cierto renunció al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, porque Amlo, intentó que registrara un cheque de 5 mil millones de pesos, devuelto por una compañía al Infonavit, por rescindir un contrato, que estaba en manos de Amlo; que bien podría asesorarla para que no dijera tantas barbaridades. El problema es que Claudia se formó en el asambleísmo y ahí, lo sabe todo aquél que ha participado en una reuniones estudiantil, no se confrontan razones, se cotejan radicalismos y triunfa el que parezca más radical, más puro, como el papel que protagonizó en el 68 Sócrates Amado Campos Lemus, que después terminaría de socio del Negro Durazo. Ella ni tiene formación republicana ni simpatiza con sus equilibrios y libertades, por eso no concibe que halla una institución encargada de viigilar que el poder constituido no pase por encima de la voluntad del poder constituyente. Es tan pedestre que muestra ignorar que se llame como se llame el poder reformador: poder revisor, constituyente permanente, sigue siendo un poder constituido y como tal, en Estado Constitucional, para que se respete la Supremacía de la Constitución, el poder constituido no puede modificar la voluntad del poder constituyente. Y quien tiene a su cargo velar porque eso no suceda, sépalo bien, son los ministros que componen la Suprema Corte, que hace las veces de Tribunal Constitucional. La Ernestina Godoy, con todo civismo, pero también con toda ignorancia, declaró que como se trata de una reforma constitucional, no puede revisarla la Suprema Corte. Si la corte vela porque una ley ordinaria se haga conforme al procedimiento estsblecido y que no contradiga a la Constitución, con mucho más razón debe vigilar que el poder constituido no violente la voluntad del poder constituyente. Como antes lo señale. Claro que al no haber un Tribunal Constitucional separdo de la Suprema Corte, como lo tienen Alemania, España, Francia, Italia… Con nombres distintos, no le queda a Morena, más que el cuartelazo.
Para darle mayor crédito a estas argumentaciones, voy a citar unos párrafos del libro: La reforma constitucional, de la autoría de Julián Sauquillo, que le editó la editorial Tecnos, en 2018, en España. Desde 2004, que mi amigo Carlos García Méndez, me invitó a su universidad a impartir Derecho Constitucional y Teoría Constitucional, he tenido que leer varias trabajos. De Adolfo Posada a Pedro de Vega, por la escuela liberal. De Carl Schmitt a Constantino Martati, en la línea autoritaria, hasta la anárquica de Antonio Negri.
La reforma constitucional- dice Julián Sauquillo- está depositada, desde entonces , en un poder de reforma constitucional diferenciado del poder legislativo…La formulación clásica de la teoría del poder constituyente y los poderes constituidos se debe a Sieyés… Mientras el poder constituyente es la fuerza indeterminada dotada de toda la espontaneidad creadora de la Constitución, los poderes constituidos están reglados constantemente desde el exterior por unas formas jurídicas que no pueden ser cambiadas. El poder constituyente, para Sieyés, no está determinado por ninguna constitución anterior y reside en la Nación, auténtica potencia creadora. Paul Bastid ha distinguido dos fases en la formulación de esta teoría del abate; revolucionaria y conservadora. En la fase revolucionaria, el poder constituyente marca la fuerza salvaje de la Nación, superior a todas las reglas y capaz de romper con todo el sistema social existente. El poder constituyente puede volver al momento preconstitucional , donde las voluntades individuales se encuentran en plena anarquía. La Nación es titular de la soberanía y el poder constituyente su ejercicio. El poder constituyente de la Nación es una fuerza de la naturaleza que se libera de todas las trabas. Es el origen de toda legalidad y no está sometido a Constitución alguna. Ni el derecho natural ni el contrato son límites a su potencia creadora. El poder constituyente, en la fase revolucionaria de Sieyés, es una fuerza creadora con voluntad libre a la que nada ni nadie sujeta. Si actúa mediante representantes, no deja de ser una fuerza generdora independiente, original y absoluta. La Nación no puede obligarse a formas constitucionales determinadas. En el período conservador, pretende, en cambio, asegurar el edificio constitucional y dotarlo de estabilidad. Ahora, orienta su mirada sobre los poderes constituidos. Le preocupa encontrar un poder regulador sustraído de toda regla que guarde la observancia de las competencias establecidas en la Constitución. Se trata del Jurado Constitucional…Los representantes ordinarios no pueden solventar los problemas que se dan en las leyes constitucionales. Para estas ocasiones , representantes extraordinarios han de tener los poderes necesarios sin los limites de los de los representantes ordinarios ( en la teoría clásica, para un constituyente originario se eligen representantes especiales, que en cuanto terminan de elaborar la nueva Constitución, cesa su función y se eligen a los nuevos que van a formar el poder legislativo ordinario o constiruido).
Continúa diciendo que: Si queremos hacernos una idea justa de la serie de leyes positivas que puede emanar de la voluntad de la Nación, vemos en primera línea las leyes constitucionales, que se dividen en dos tipos : unas regulan la organización y las funciones del cuerpo legislativo; otras determinan la organización y las funciones de los diferentes cuerpos activos. Estas leyes son llamadas fundamentales, no porque puedan llegar a ser independientes de la voluntad nacional, sino porque los cuerpos que existen y actúan a través de ellas no pueden modificarlas. En ambos casos la Constitución no es obra del poder constituido sino del poder constituyente. Ningún tipo de poder delegado puede cambiar lo más mínimo las condiciones de su delegación. Las leyes constitucionales son, en este sentido, fundamentsles. Las prineras, las que establece la legislatura, son fundadas por la voluntad nacional antes de toda Constitución; suponen su primer grado. Las segundas deben ser establecidas por una voluntad representativa especial.
Lo que más llama la atención es que sin ningún pudor Claudia, diga que en las pasadas elecciones, la soberanía ya decidio. Eso, no sólo contradice su cantaleta de que obedecen a la soberanía, dado que precisamente, lo que está haciebdo Morena, es que la representación acabe con la soberania y la democracia y, además porque bien debían de saber que una Constitución, antes que otra cosa, como bien lo afirmara Montesquieu: son los derechos individuales y la división de poderes, sin éstos no hay Constitución.
En la transcripción antes hecha, queda claro que :
1 . El poder reformador, cualesquiera que sea el nombre que adopte, es un poder constituido, derivado.2. Que el poder constituyente está compuesto por representantes extraordinarios y especialmente elegidos para producir una nueva constitución y no está sujeto a limies.
3 Que sin supremacía constitucional no hay Estado Constitucional.
4. Que si el Congreso despoja a la Suprema Corte de sus facultades de revisión constitucional, equivale a liquidar formalmente el Estado Constitucional. 5. Que un poder constituido no puede alterar la voluntad del poder constituyente.
6. Que modificar la naturaleza calificada de los componentes del poder judicial, como el tipo de su elección, altera una ley fundamental, que solo compete al Constituyente.
7. Que es una falacia invocar el poder de las mayorías cuando es una minoría ( 4 ministros de once pueden anular la supremacía constitucional.
8. Que muchos se equivocan menos que uno, es cierto , siempre y cuando deliberen, porque de la discusión sale la luz, pero no en un poder deliberativo, donde se prohibe cambiar hasta una coma y se demanda penalmente a los que votan en contra de las iniciativas presidenciales.
9. No tienen ninguna autoridad para hablar de corrupción quienes promueven a ministras que plagian tesis y solo las ampara su filiación morenista.
10. Ya se quemó simbólicamente a los ministros que no se han sometido a la dictadura morenista, hoy se les asedia para desaparecer sus funciones y facultades.
No es la primera dictadura que llega por el voto popular y la aclamación de las masas, pero, si ya no tenemos contrapesos, órganos autónomos, purgan periódicos y canales de televisión, no le rinden cuentas a nadie, hay total impunidad para los morenistas, tienen sometidos al INE y al TRIFE, autoridades salidas de procesos electorales sin libertad y simulados, no puede este régimen ser llamado de otra forma que dictadura. Bueno, Porfirio Diaz, tenía elecciones y era llamado dictador.
Cuando en Tuxpan, Ver., hay enfrentamientos armados, sus autoridades nos dicen, no se preocupen, fue entre bandas criminales. Lo que estos cínicos no dicen que estan disputando la plaza y quien gane, gana el derecho a extorsionar, a secuestrar, a matar ciudadanos inocentes. Claro, quién no entre en componendas, su destino, es el destino que acaba de tener el alcalde no morenista de Chilpancingo, Gro.
Hay libertad para el que agacha la cabeza, para el que no crítica al gobierno y, también hay que decirlo, para el miserable que anda mendigando chamba o dádivas.
Los morenos deben de saber que podrían sumar escoria, pero siempre habrá quien ofrende lo mejor para salvar la República y la democracias y que eso mejor, nunca callará sus atrocidades ni se hará cómplice de ellas.

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