Mesa de Redacción
Cobro de piso y extorsión en Coatzacoalcos
Enrique Yasser Pompeyo
El municipio de Coatzacoalcos parecería que es una tierra sin ley. Los hechos de inseguridad continúan.
El cobro de piso y la extorsión siguen sin que las autoridades puedan frenar estos delitos.
El diputado local Sergio Lenin Guzmán Ricárdez es franco y sincero al admitir que ni el Gobierno estatal ni el Ayuntamiento han logrado eliminar estos hechos delincuenciales. El asunto es grave.
A esta situación se suma la percepción de inseguridad que también se incrementó de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De acuerdo con la información, la percepción de inseguridad entre los ciudadanos de ese municipio del sur de la entidad, pasó de 78.7 a 78.9 por ciento.
En el antiguo Puerto México también hay otra situación que no ha sido controlada: los bares.
Aproximadamente mil 800 de estos giros negros no cuentan con procedimientos administrativos, es decir, no hay control por parte de la autoridad municipal.
El asunto radica en que en estos lugares es donde se registran más casos de homicidios.
Si bien el ambiente de inseguridad en Coatzacoalcos viene de tiempo atrás, las actuales autoridades, tanto estatales como municipales, han prometido combatir a los grupos criminales, pero no se observan resultados positivos.
Esto también ha traído como consecuencia el cierre de diferentes giros comerciales y la salida de varias familias del municipio.
Es urgente que el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento implementen acciones contundentes para detener a los generadores de violencia, de extorsión y de cobro de piso.
De otra manera, la crisis de inseguridad continuará agravándose en Coatzacoalcos e impactará no sólo en el cierre de negocios y su economía, sino también en el turismo y la huída de más familias.
De seguir así, en poco tiempo lo que un día fue un municipio en desarrollo se convertirá en una ciudad desolada.
Coatzacoalcos pasaría a ser una ciudad arruinada, vacía, llena de dolor y de tristeza.