LA OPCIÓN PANISTA

OPINION

Juan José Rodríguez Prats

El vicio que deforma (…) la preponderancia de lo político y la ausencia angustiosa de lo cívico
Carlos Castillo Peraza

Parafraseando a Churchill, diría que el PAN es el peor partido de México, con excepción de todos los demás. En otras palabras, es el menos malo. Habiendo sido uno de los ideales más bellos en nuestra historia, paulatinamente se fue deteriorando, justo por alejarse de sus orígenes. Fue insuficiente su mística y con su arribo al poder, afloraron el oportunismo y la traición. Soy optimista: al haber tocado fondo hoy, su decadencia no puede ni debe prolongarse.

Dice un proverbio atribuido a los cubanos: “Lo bueno de esto es lo malo que se está poniendo”. Esto es, algo bueno surgirá de los momentos tan aciagos que estamos viviendo. Por ejemplo, apenas estamos conociendo a un gobierno que deberá definir si opta por obedecer la ley o imponer arbitrariamente su voluntad. Lo que suceda en el caso del Poder Judicial es de gran relevancia, no tan solo porque puede ser el inicio de su demolición, sino también por la actitud de quienes tienen el deber de evitarlo. Está por esclarecerse la obsesión de un gobierno empeñado en destruir instituciones y la calidad de un pueblo que, con los medios a su alcance, impida el retroceso.

Volviendo al tema, el PAN enfrenta una nueva encrucijada. La amenaza de la continuidad del actual grupo en la dirigencia es real y, de concretarse, sería un golpe letal al partido y la casi certeza de ser cooptado por el oficialismo.

¿Por qué llegamos a esta decadencia? Cumplí 30 años de militar en el PAN después de 24 años en el PRI. Me dio la bienvenida Carlos Castillo Peraza. Tengo el privilegio de haber convivido con quienes habían tratado a su fundador. Ni siquiera titubearon en aceptarme por ser un converso. Y recibí mucho de ellos: la certeza del afecto, la generosidad del trato, la sencillez de la sabiduría. Menciono, a modo de gratitud y de ejemplo, a siete seres humanos “bellos del alma”: Luis H. Álvarez, Alfonso Arronte, Alejandro Avilés, Juan Manuel Gómez Morin, Juan José Hinojosa, Eugenio Ortiz Walls y Gabriel Palomar. Hay muchos nombres más, pero estos son realmente excepcionales.

Solamente tres anécdotas.

En una entrevista, don Juan José Hinojosa me dijo: “No me inquieto cuando se habla de cambiar estatutos, plataformas, planes de trabajo. Lo que me pone ‘la carne de gallina’ es cuando se anuncia la revisión de la doctrina”. En los siete había mística, eran apasionados de los principios, rabiosamente honestos. Efectivamente, las ideas tienen una indubitable vigencia. Es lo que se denomina “victoria cultural del PAN”. Don Juan José también me relató que cuando iban con don Manuel Gómez Morin a consultarle los temas legislativos en materia económica, ante las montañas de propuestas, simplemente aconsejaba guiarse por la experiencia del ama de casa: No se puede gastar lo que no se tiene, precisar lo prioritario y no endeudarse. Evidentemente, cada centavo debe ser destinado a lo más necesario.

La tercera reflexión es de Juan Manuel, hijo del fundador. A la pregunta de cuál fue el mejor Gómez Morin, serenamente contestó: “Mi papá”, refiriéndose a su calidad humana.

La convivencia me fue permitiendo percibir una falla del panista que no existe en otros partidos. No asume profesionalmente la política, tiene otras prioridades. Su participación es eventual, muchos son militantes de temporal, no de riego. Ante algunas desavenencias, abandona la lucha. Se perdió ese compromiso de los panistas de antaño de llevar hasta la médula vivir para servir.

El 10 de noviembre será un día importante para la historia del PAN. Plenamente convencido votaré por Adriana Dávila. Tres razones entre muchas: es confiable, es panista congruente y ha mostrado una perseverante entrega para acercarse a las bases panistas. Ojalá nuestros correligionarios, con un mínimo de reciprocidad, hagan lo mismo.

En los tiempos actuales lo urgente es evitar divisiones y un dirigente con autoridad moral.

Please follow and like us: