
Contrapunto
Víctor Murguía
Alcaldes no pusieron a familiares de candidatos, colocaron a súbditos
No creo que la elección del domingo sirva para mejorar al Poder Judicial, ni en lo que se refiere a «democratizarlo», ni para erradicar la corrupción ni para impartir mejor la justicia.
Por lo tanto el próximo primero de junio no votaré, aunque esto no debe tomarse como un exhorto, cada quien que vote o no de acuerdo a su forma de razonar.
Quien no vote está en su derecho y quien vote… a ver cómo le hace, porque será una tortura.
La llamada reforma judicial parte no del ideal de mejorar la impartición de justicia sino de un deseo. Sí, del deseo de venganza por parte del entonces presidente López Obrador en contra de ministros -empezando por la presidenta Norma Piña- y jueces que se opusieron a otras reformas y obras presidenciales.
Al respecto hay quienes señalan que de haber actuado la ministra Piña de otra forma, cediendo un tanto aunque le asistiera la razón, no se hubiera llegado a lo que estamos por ver, el apoderamiento del Poder Ejecutivo del Poder Judicial.
A López Obrador terminó de encenderlo el hecho de que, en una ceremonia, la ministra no se levantó de su asiento cuando llegó él al estrado. Le pegó muy feo en su ego. No era obligación de ella levantarse, pero tampoco hubiera pasado nada si lo hubiera hecho.
En fin, eso es historia, hoy se habla de que mediante la elección se democratizará al Poder Judicial. Ufff, para empezar, las listas de los candidatos y tómbolas conducen a un mismo sitio, a la cúpula Morena.
Y no hay un solo elemento que haga suponer que la elección de los jueces, magistrados y ministros no terminará siendo igual que las elecciones de alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y presidentes, donde las fraudes, unas veces medio disimulados, en otras descaradamente, siempre están presentes.
Antes los ministros salían de la propuesta presidencial y sometidos a la votación en el Senado, en donde los principales partidos se repartían los cargos, lo cual estaba mal; magistrados y jueces llegaban a sus puestos tras someterse a exámenes y algunos por recomendaciones de los ministros.
Hoy serán producto de la «democracia» mexicana, es decir, se deberán al voto maniobrado por el partido en el poder, agregándole un gasto de miles de millones de pesos para, mediante «elecciones», intentar cubrir las apariencias.
¿Acabará la elección de los togados con la corrupción en el Poder Judicial? En México, cada tres, cuatro o seis años, según sea el caso, hay elecciones de alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y presidentes y la corrupción cada vez está peor.
¿Habrá una mejor impartición de justicia?, tomando en cuenta lo antes expuesto, no lo creo, por el contrario, todo va encaminado a unos poderes judiciales más sometidos a los presidentes y gobernadores en turno.
Aquí en Veracruz tenemos el más claro ejemplo de cómo pueden someter a magistrados y jueces, solo hay que recordar el trato indigno al que fueron sometidos en los últimos seis años, ya en un gobierno de la 4T.
¿QUÉ PARTIDO SE SALVA?
¿Qué partido se salva de haber postulado a candidatos con historial negativo o de plano ligados a la delincuencia?
La pregunta surge luego del intercambio de acusaciones entre el dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, y el coordinador de Movimiento Ciudadano, Luis Carbonell. Ambos se señalan de haber incurrido en eso.
En muy pocos casos se salvan, pero Morena y MC no. En el afán de ganar terminaron aceptando a hombres y mujeres que no debieron pasar sus filtros y las consecuencias se han visto en estas semanas con las amenazas y asesinatos.
Es más, en Morena -de eso responsabilizan directamente a Zepeta- no le hicieron caso ni a la presidenta Claudia Sheinbaum, con lo de no al nepotismo.
Burdamente burlaron la orden presidencial, como aquí cerca de Xalapa, en donde un candidato se divorcio para poder postular a la que era su esposa y, para darle «credibilidad» al asunto, aseguran que el divorcio también fue tramitado ante la Iglesia.
Hay un caso que ejemplifica lo que sucedió con las candidaturas en municipios pequeños.
También cerca de Xalapa, en Rafael Lucio, el alcalde Damián Hernández impuso a su candidato, no a un familiar, pero sí a alguien que, señala la gente de esa comunidad, lo obedece en todo, Juan Hernández.
De su alcalde, al pueblo solo le queda desquitarse en las redes sociales, en donde exhiben obras en mal estado y lanzan acusaciones como la de la «casa blanca», mandada a construir recientemente.
¿Esto no lo sabía el dirigente de Morena? ¿Tampoco sabía del maltrato que públicamente y cuenta el pueblo le ha dado al candidato, para mostrar quien manda y quién seguirá mandando?