A propósito de la Poniatowska y el tercer libro de José Emilio Pacheco – Columna por Javier Pino desde Europa
Esta nota fue originalmente escrita en marzo del 2017, meses antes de tomar mi mochila y largarme a Europa, la actualizo y publico ahora a propósito del cumpleaños de Elena Poniatowska, la princesa, periodista, activista y escritora, cuya obra bastamente política sigue siendo más vigente que nunca.
En el año 2009, el poeta mexicano José Emilio Pacheco fue galardonado con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, por su carrera literaria y su enorme aportación a la poesía, por aquel libro llamado Contraelegía. Un año después, en Madrid, estaría recibiendo el Cervantes de Literatura -el mentado premio Nobel de las letras españolas-. En su discurso habló del Quijote, de la Roma de Augusto y de la violencia en México. El escritor, considerado en aquellos años, e indudablemente, como “el mejor poeta mexicano vivo”, celebró su cumpleaños número 70 en la Feria Internacional del Libro Universitario, en Xalapa, la Ciudad de la Flores, en aquel 2009.
Lo recuerdo muy bien, el poeta llegó un poco agripado a la Casa del Lago, sede de la feria ese año, subió al estrado entre aplausos, levantando alegremente el atomizador nasal, y se sentó a hablar de libros y de poesía.
Entonces llegó la ronda de preguntas y respuestas, se repartieron los micrófonos y, desgraciadamente, los asistentes quisieron hablar de política.
Sucedió también en la visita de Elena Poniatowska, cuando llegó la ronda de preguntas quise alzar la mano y preguntar, Princesa, ¿crees que Lilus Kikus haya encontrado marido? Pero no lo hice, y la gente continuó hablando de izquierdas y de derechas. Ahora y algunos años después el recuerdo de aquello se repite en las charlas de sobremesa de mi familia política española, y en muchas otras mesas que no conocen altro que tópicos políticos para el momento del café y el licor de hierbas digestivo. Me atrevo a decir que las charlas me arruinan la digestión.
Pero volvamos con José Emilio Pacheco, resfriado en la Feria del libro. De todas las preguntas hechas recuerdo muy bien la última, una mujer de mediana edad tomó la palabra y dijo, Maestro, vamos a suponer que un fuego infatigable está consumiendo su biblioteca, y usted sólo puede rescatar tres libros, ¿cuáles tres rescataría de aquel fuego? El poeta lo pensó un poco, sólo tres libros, en verdad fue una pregunta muy cruel, y entonces se decidió, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, el maravilloso retrato de Latinoamérica, la opinión pública la sitúa justo debajo de El Quijote, una respuesta previsible. El segundo libro, sin embargo, fue algo inesperado, Conversación en La Catedral, del escritor peruano Mario Vargas Llosa, otro que se ha orientado también a la política y defensor de la tauromaquia. Un año después de aquello estaría recibiendo el Nobel de Literatura.
El poeta mexicano habló de un tercer libro, el cual no logró recordar, abstraído como estaba por su segunda elección; nunca he sabido apreciar la literatura de Vargas Llosa. A quién salvaría, usted maestro, de la hoguera…
Socavando un poco en mi memoria de papel puedo arriesgarme y mencionar otro libro, La región más transparente, del escritor mexicano Carlos Fuentes, otro Premio Cervantes, obra precursora de todo el Realismo Mágico de Latinoamérica, ¿acaso el poeta se decidió por Pedro Páramo de Juan Rulfo? ¿o habló de Octavio Paz? ¿o quizá se resolvió por Jorge Luis Borges…?
Mis recuerdos de aquella magistral conferencia terminan así, con la hermosa lectura de un poema cuyo título también he olvidado.