8 de marzo: El falso día de “la mujer”

OPINION

 

Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio

 

“71. Sobre la castidad femenina. Hay algo sorprendente y monstruoso en la educación de las mujeres (…) Todo el mundo está de acuerdo en educarlas dentro de la mayor ignorancia posible en cuestiones eróticas, para inculcar en sus almas un profundo pudor respecto a esta materia (…) Está tan en juego aquí su “honor” de las mujeres, ¡que no se les perdonaría que obrasen de otro modo! (…) en esta cuestión se les mantiene en la ignorancia hasta en lo más íntimo de su corazón : – no deben tener ojos ni oídos , ni palabras , ni pensamientos , respecto a lo que sería su “ mal” : Pero luego, en el momento del matrimonio , son arrojadas como por un rayo horrible a la realidad y a la conciencia de la realidad – y además por aquél a quien ama y a quien más estima : la cuestión está en captar de pronto la contradicción que existe entre el amor y el pudor , en verse obligadas a experimentar a un tiempo, arrebato, autosacrificio, vecindad que hay entre Dios y el animal(…) Ni la curiosidad compasiva del más sabio conocedor del corazón humano bastaría para adivinar la situación en que se encuentra tal o cual mejor en esta solución del enigma y ante el enigma de esta solución : ¡y que horribles y múltiples sospechas se agitarían en esa pobre alma desquiciada , hasta el punto de que en esta cuestión se ancla la filosofía y todo el escepticismo de la mujer!. Tras esto vendrá el mismo silencio profundo de antes, y a menudo un silencio consigo misma y cerrar los ojos frente a lo que ocurre en su interior. Las jóvenes se esfuerzan por mostrarse superficiales e irreflexivas; las más perspicaces fingen una cierta insolencia- Las mujeres tienden fácilmente considera a sus maridos como interrogantes acerca de su honor y a sus hijos como una apología o una penitencia necesitan hijos, y los desean en un sentido completamente distinto al varón. En suma ¡no se sabría ser lo bastante tierno con las mujeres! “

(1876-1882), La Gaya Ciencia, Friedrich Nietzsche

 

“Desecho con violencia la imagen: Ofelia tiene diecinueve años y es una señorita y yo tengo diecisiete, aunque soy un poco más alto que ella. Sólo me besaría como se besa a un niño que se ha hecho daño y yo quiero ser todo un hombre, y como tal no puedo yacer indefenso en la cama y dejarme cuidar por ella. ¡Sería infantil y afeminado!

(1921), El Dominico Blanco, Gustav Meyrink.

 

“El desarrollo del psicoanálisis, en sus diversas corrientes, ha forzado más y más el papel de las relaciones de objeto, del otro, de los padres, de los adultos en la constitución y estructuración de la subjetividad (…) cualquiera de estos marcos de comprensión de la constitución de la subjetividad sitúa al otro humano como constructor; pero simultáneamente como factor distorsionante, perturbador, abusador de la singularidad, del deseo, del instinto”

(1997), La Sexualidad Femenina, Emilce Dio Bleichmar.

 

Hace más de un siglo que se inició la incorporación formal y legal de la “mujer” a la vida civil e institucional (1), y se comenzó a pensar que los roles de género impedían aprovechar las capacidades del género femenino en la construcción de mejores sociedades, del hogar se pasó a las calles, a las fábricas, a las escuelas, al campo, a la política, a la ciencia, etc.

 

Podemos decir que el mundo contemporáneo lo es en mucho por la incorporación de la mujer en las diferentes áreas de la vida pública, y fundamentalmente, en la generación y aplicación de conocimiento.

 

Pese a esa incorporación social el estigma de ser mujer dista de aclarase y disiparse, y mucho menos de discutirse en una dimensión fuera de los humores y los rencores, pues definir el género femenino y masculino no es tan simple, y más cuando no se ha teorizado lo suficiente para que podamos llegar a conclusiones y acciones que realmente eviten la discriminación, la violencia y la explotación del género femenino. Esto quiere decir, que hemos hecho más política que ciencia en el tema de las reivindicaciones del género femenino, y esto lo podemos ver que, la verdadera igualdad que sería en la economía, la mujer sigue estando muy por debajo en la adquisición de bienes, propiedades y remuneración.

 

No deja de ser patético que año con año el 8 de marzo salgan por las calles de casi todas las ciudades del mundo las mujeres a manifestar su inconformidad por la exclusión histórica que ha sido objeto, o cuando menos, en que la forma en que se creó este mundo humano la ha situado, y año con año, se siga viviendo la violencia y discriminación contra la mujer tanto de forma personal como institucional.

 

Año con año la violencia pasa por el hogar hasta el abandono de cuerpos violentados de mujeres asesinadas, año con año los buenos propósitos de la política y los altares y monumentos retóricos se deslizan por esa fecha como bálsamos curativos contra la violencia y desigualdad de género.

 

La retórica se repite hasta el hastío, un mundo construido por manos masculinas, un mundo diseñado por el hombre, una historia predominantemente masculina, e incluso, una prehistoria salvajemente machista, y vemos paradójicamente que el liderazgo de la reivindicación  de la mujer está en manos de cuerpos femeninos (genitalmente hablando) con almas y deseos masculinos, que muestra su hombría “femenina” increpando y acusando al estado que no se ha hecho más por esas reivindicaciones e igualdades.

 

Pero la “violencia de género: Cinco mujeres son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia” (2) no termina, así que vemos que “de las 81.000 mujeres y niñas asesinadas intencionadamente el año pasado, 45.000 -alrededor del 56%- murieron a manos de sus parejas u otros familiares” (2), el enemigo mayoritariamente está muy cerca, demasiado cerca, e incluso es un ser amado a quien se deposita la idea que les protegerá, pero no es así, el cuerpo femenino es fuente de completud, y tarde que temprano el sujeto alienado se vuelve en el enemigo, acosado y violador, e incluso en el asesino de su propio familiar femenino.

 

Pero algo no hace sospechar que esa desigualdad y violencia es discriminatoria, pues “según ONU mujeres, se calculó que la tasa de homicidios por motivos de género en la esfera privada fue de 2,5 por cada 100.000 mujeres en África, en comparación con 1,4 en América, 1,2 en Oceanía, 0,8 en Asia y 0,6 en Europa”(3), y tiene que ver con el grado de civilidad y educación, que tiene que ver con mentes tolerantes, y dispuestas aceptar las diferencias, capaces de contener las pulsiones agresivas y sexuales.

 

Pero como dije esto de definir ¿qué es ser “mujer?, es una pregunta problemática, así que sólo sabemos intuitivamente que la mujer es diferente al hombre, y no tiene que ver con la genitalidad sino con el deseo, con la sexualidad, y podríamos decir que no hay generas puros, que existe un espectro amplísimo como amplísimo son las subjetividades, que ubican a cada quien en un deseo por muy estrafalario que sea, e incluso Freud apuntaba a un género predominantemente bisexual.

 

Se sabe qué es cada uno, aunque sea de forma intuitiva, porque el cuerpo y los roles no son suficientes para definirlo, así que ahora tenemos que preguntarnos genealógicamente ¿cómo llegamos hacer eso que somos?, y, ¿cómo tolerar la diferencia sin anularla o estar por encima uno de otro?

 

Pero esas preguntas no son fáciles de responder y más aplicarlas, pues tienen que ver con ¿cómo se construyen nuestras subjetividades?, aun  así, bien podíamos decir que ese proceso de alienación y sometimiento a la cadena de significantes determinan en buena forma nuestros objetos de deseos, y otro buena parte tiene que ver con el instinto de reproducción, en el ser humano, vuelto un hándicap, pues se revuelve con la satisfacción, con la completación psíquica de un ser incompleto infinitamente.

 

Queda pendiente un auténtico debate sobre el género “mujer” y sus reivindicaciones, así como de los mecanismos políticos e institucionales para atajar verdaderamente la discriminación, y principalmente, la violencia sobre ellas, para ello, se debe salir del falso debate ideológico que resulta más alboroto que la construcción de un camino que realmente abone a la plena tolerancia der la diferencia  y la investigación científica, psicológica y filosófica del problema de género.

 

Y ojo, no nos olvidemos que en el poder mundial no existe preocupación más que de forma sobre la reivindicación de la mujer, si así fuese, ya hubieran apostado por un mundo justo, donde la educación y el bienestar sean y son factores determinantes para aminorar la violencia de género.

 

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