Sin tacto

OPINION

 

 

Las mañaneras y sus 4T

 

Por Sergio González Levet

 

Cuatro transformaciones han sufrido las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador desde aquel 3 de diciembre de 2018 en que inició estas ¿entrevistas?, ¿ruedas de prensa?, ¿conferencias magistrales?, ¿sermones lapidarios?, eventos propagandísticos?

Las mañaneras tomaron su nombre no oficial pero definitivo para el público y la historia del programa noticioso El Mañanero, que Víctor Trujillo, en su personalidad no tan secreta de Brozo el Payaso Tenebroso, condujo del 14 de agosto de 2000 al 31 de diciembre de 2001 en CNI Canal 40, y del 1º de enero de 2002 al 2 de junio de 2004 por el Canal 4 de Televisa, en su primera etapa. Tuvo una segunda serie, que comenzó el 25 de febrero de 2010 y terminó el 29 de noviembre de 2019 en Foro TV y XEW Radio.

Y cosas de la vida, después de ser un amigo íntimo de López Obrador y haberlo acompañado y apoyado en sus intenciones electorales, a medida que avanzaba el sexenio y se repetían los errores de conducción del país, Víctor Trujillo se fue convirtiendo en un crítico del Presidente, hasta que rompió definitivamente con él, al grado de que no faltan quienes piensan que El Mañanero dejó de salir al aire por una “recomendación” hecha desde Palacio Nacional al dueño de Televisa.

Pero bueno, las mañaneras presidenciales han tenido cuatro grandes etapas desde su emisión primigenia.

La primera fue la de las promesas y las primeras mentiras, en la que el Presidente salía a platicar de lo que haría con su gobierno para cambiar el país y acabar con la corrupción.

La segunda fue dedicada a convencer al gran público -aunque fuera con mentiras- de que las grandes obras de su administración (el AIFA, la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya) serían definitivas para transformar el país y llevar a todos los mexicanos a una vida mejor.

La tercera se especializó en mentir y atacar a los “adversarios”, con el objetivo de asentar la idea de que el país está dividido en dos bandos: de un lado los conservadores, los oligarcas, los corruptos, los traidores a la patria, los chayoteros, los vendidos al gran capital y al extranjero, los fifís; del otro, los liberales, los seguidores del Presidente, los miembros del pueblo bueno y honrado, los patriotas, los héroes, los honrados, los chairos. Esta fue la etapa de la consolidación de un discurso lleno de groserías, insultos, infamias y mentiras en contra de cualquiera que se opusiera hasta con el pétalo de una rosa a toda idea u ocurrencia del Patriarca del morenismo.

La carta etapa, en la que estamos inmersos, es la de las mentiras, las explicaciones, los pretextos, las desviaciones del tema para tratar de ocultar todas las corruptelas de sus familiares y colaboradores cercanos, y para justificar todas las acciones inconstitucionales que han cometido su gobierno y sus seguidores incondicionales.

Ahora, las mañaneras son el espectáculo de un hombre que canta “Ponte el traje”, la famosa aria de Leoncavallo.

“¡Actuar! ¡Mientras preso del delirio, no sé ya lo que digo ni lo que hago!

“Y sin embargo, es necesario… ¡esfuérzate! ¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre? ¡Eres un payaso!

“¡Ríe, payaso, sobre tu amor despedazado! ¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!”

 

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