En esta Navidad, debemos aprovechar la ocasión para valorar todo lo que somos y tenemos
• Hay que revestirse de la carne mortal, que es lo único que nos puede librar de toda corrupción que existe en nuestra naturaleza caída: Arquidiócesis de Xalapa.
Irineo Pérez Melo.- En esta Navidad será única si decidimos aprovechar la ocasión para comenzar a valorar todo lo que somos y tenemos; valorar todo con el firme propósito de estar agradecidos con Dios por la salvación que nos ofrece y con todos los que tenemos cerca de nosotros.
Lo anterior se destaca en el comunicado emitido por la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, en donde se enfatiza la importancia de que Cristo ha venido del seno del Padre para revestirse de nuestra carne mortal, por eso, él es único que nos puede librar de toda corrupción que existe en nuestra naturaleza caída.
“Navidad es agradecer profundamente esta acción divina que se inclina hasta cada uno de nosotros, para rescatarnos de todo aquello que nos hiere y avergüenza cuando lastimamos y ofendemos a los demás a causa de nuestro egoísmo”, se indica en el documento signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos.
Se señala que en este tiempo de gracia y bendición de la Navidad se extiende durante 8 días con el firme propósito de saborear el amor y condescendencia de Dios, que nos ofrece libremente un proyecto de vida real y profundo.
Además, se refiere que en esta Navidad contemplemos el nacimiento que se ha puesto en casa, en la parroquia o en los espacios públicos con la finalidad de tener cerca el misterio de Cristo que se ha revestido de nuestra condición humana.
Se recuerda que el Papa Francisco, en su Carta Apostólica El Bello signo del nacimiento, nos recomienda volver la mirada al Belén para que descubramos algo impresionante de Dios: “El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre, llora y juega como todos los niños».
“El bello actuar de Dios es para que nosotros alcancemos la plenitud de la vida humana en las circunstancias propias de nuestra vida diaria”, se indica por último.