«La Señora Bonita».
Aquella mañana, en la comunidad de Totalco el sol brillaba en todo su esplendor. Después de desayunar en familia; la madre se dispuso a lavar la ropa acumulada y el padre salió como de costumbre al campo; sin que ninguno de los dos se percatara, la hija pequeña que acababa de cumplir los 6 años, intento seguir al padre pero desacostumbrada a andar sola en la calle se le perdió de vista y la niña comenzó a caminar y caminar sin rumbo fijo. Sin tener idea de cómo regresar a casa, de repente se halló a la mitad del malpaís, totalmente desorientada.
Mientras tanto, la madre que acababa de colgar la ropa, empezó a llamar insistentemente a la niña sin recibir respuesta por lo que busco en todos los rincones de su hogar y al no encontrarla, angustiada, fue en busca del padre a la parcela familiar para informarle que no encontraba a su hija por lo que juntos empezaron la búsqueda, recorrieron el pueblo de lado a lado, preguntando casa por casa sin resultados alentadores, a la búsqueda se unió más gente y mientras se dividían para abarcar más espacio, el sonido del pueblo empezaba a hacer el llamado para solicitar apoyo. Una gran parte del pueblo se unió a la búsqueda durante todo el día. Mientras la tarde caía, la desesperación se apoderaba de los padres temiendo que la niña hubiera sido víctima de un secuestro, la madre lloraba y el padre se lamentaba de no estar al pendiente de la pequeña. Ya entrada la noche en medio de un frío intenso que helaba hasta el alma, la búsqueda se suspendió por unas horas para reiniciarla por la mañana, con la luz del sol. La familia consternada por la desaparición de la niña no durmió esperando reiniciar la búsqueda lo más pronto posible, la tensión del momento y la tristeza permeaban en el hogar.
Muy temprano, un ejército de personas inicio nuevamente la búsqueda, repartiéndose en varias rutas por el malpaís y los caminos aledaños. Se alerto también a las autoridades, que para ese momento ya participaban en la búsqueda.
El tiempo avanzo, algunas veces lento y otras rápido en la percepción de la familia. Una vez más el día estaba terminando, el sol se estaba ocultando y un gélido aire comenzaba a soplar. La gente se mostraba cada vez más cansada y a punto de perder la esperanza de encontrar a la niña. Los grupos habían acordado regresar al pueblo cuando cayera el sol y reunirse en el parque central. Dadas las condiciones, los grupos de búsqueda iniciaron el regreso. Cuando toco el turno al grupo de vecinos que había caminado por el rumbo de Santa Gertrudis, dentro del malpaís, uno de ellos volteo hacia atrás y lo que vieron sus ojos entre el rojo destello de la puesta del sol y el gélido viento, le pareció un espejismo: a lo lejos un pastor con su rebaño acompañaba a la pequeña. Invadido por la emoción alerto a los demás, que aun sorprendidos corrieron a abrazar a la niña. El pastor les refirió que la encontró sentada, tranquila y feliz en una piedra del malpaís, cerca de la antigua hacienda. Los vecinos apresurados fueron a entregar a la niña a los padres quienes no pudieron contener la emoción al igual que todos los vecinos que ya estaban reunidos en el parque.
La madre abrazo a la pequeña con profunda emoción y pregunto a la niña donde había estado todo ese tiempo; la pequeña relato que se había perdido y una señora “bonita” la había llevado a su casa; que era como una cueva muy limpia y con mucha luz y ahí la había cuidado, le dio de comer y la durmió en sus brazos y que por la tarde la había dejado esperando al pastor que la llevaría de regreso con sus padres. Incrédulos ante la historia de la pequeña, la familia inicio el camino a su morada, en el trayecto la gente los esperaba y aplaudía cuando pasaban junto a ellos.
El sonido del pueblo anunciaba que la niña había sido encontrada, daba gracias a todos los vecinos del pueblo a nombre de la familia de la niña y la gente aplaudía sin poder contener el sentimiento.
Agradecidos los padres, por lo que ya consideraban un milagro, el domingo siguiente programaron asistir a la iglesia llevando un gran ramo de flores como ofrenda, por lo que acudieron a la misa al medio día, sencilla pero elegantemente vestidos.
Cuando cruzaron el umbral de la puerta principal de la iglesia, la niña volteo a ver una imagen, mostrada en un muro, que llamo poderosamente su atención, con emoción señalo la imagen y se dirigió a su madre: “¡mamita, mamita esa es “la señora bonita” que me cuido el día que me perdí!”. “La señora bonita” era la imagen de la virgen de Guadalupe. Todos los presentes que escucharon a la pequeña se arrodillaron con fervor. La familia y toda la comunidad ya no tuvieron dudas del milagro de la zona del malpaís. Poco tiempo después fue encontrada cerca del mismo sitio la imagen que hoy se venera con el nombre de “La virgen de la Piedra”.
“Cuentos de frio y miedo en Perote”, PACOOROZCO2020
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