El milagro de tío “Chú”

CULTURA

Juan Noel Armenta López

Mis zapatos ya no servían. Los clavos se salieron de su lugar. Los zapatos abrieron su gran boca. Los alambres retorcidos en la punta, se barrieron en el último aguacero. Los zapatos habían perdido el color y la vergüenza. Así es que me fui a ver a don Jesús, tío “Chú”, el zapatero del pueblo. Tío “Chú” agarró mis zapatos, los giró en el universo del viento, sonrió, y me dijo: ¿Tú crees en los milagros? Porque aquí se requiere de un milagro, o de varios milagros. Con diez años de edad, bajado a tamborazos de la sierra de La Concordia, ni idea tenía de lo que tío “Chú” me hablaba. Déjamelos, veremos que se puede hacer, me dijo tío “Chú”. En tres días tendría que desfilar con la primaria “Justo Sierra”, y no tenía otros zapatos. Varias veces pasé con tío “Chú”, y siempre vi mis zapatos arrumbados en un rincón sobre la pila de zapatos viejos. Un día antes del desfile, volví con tío “Chú” y le pregunté por mis zapatos. Tío “Chú” me dijo: Ahí están, y me señaló el rincón. Y si, ahí estaban mis zapatos: podridos, desvencijados, con las fauces abiertas, quizás ya muertos. No voy a ir al desfile, no tengo otros zapatos, además Mariquita Huesca, la directora, y la maestra Lucha Palafox, son muy estrictas y no me dejarán desfilar, le comenté esto a tío “Chú”. Me volvió a preguntar tío “Chú”: ¿Crees en los milagros? Viéndome perdido, entró en mi cuerpo una rara paz. Sí, creo en los milagros, le dije. Veo que nunca perdiste la fe, vente en la tarde y tendré tus zapatos como nuevos, contestó tío “Chú”. Sin esperanza, deprimido, culpando a Dios de mis desgracias, volví en la tarde solo para recoger mis zapatos viejos. Me sentó tío“Chú” en una vieja sillita de paja. Volví a ver mis zapatos en la pila de zapatos viejos del rincón. Tío “Chú” me volvió a decir: ¿Crees en los milagros? Desesperado me agaché y empecé a llorar como nunca lo había hecho. Cuando levanté la vista para salir corriendo, tío “Chú” tenía en las manos unos hermosos botines de resorte “tapado”, nuevecitos, olían a nuevo, sin usar. ¿Qué tal quedaron tus zapatos?, como nuevos no, ya ni los conoces, mídetelos, me dijo tío “Chú”. Los zapatos eran a mi medida, como hechos para mí. Noté que tío “Chú” tenía lágrimas en los ojos de verme tan feliz. Al ver mis zapatos tan viejos, tío “Chú” me compró unos nuevos en la tienda: “Los Milagros”, de don Alejandro Rodríguez. Tío “Chú” había hecho un milagro. La fe, es una rara manera de ver el mundo, me dijo tío “Chú”. Gracias Zazil. Doy fe.

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