El extraño del puente de la Barranca de Ateta.
Hace muchos años bajo el puente de la barranca de Ateta, en la calle Guerrero, vivió un indigente que durante algunas épocas llegaba a dormir en ese sitio. Por temporadas desaparecía varios días y regresaba después a ocupar el mismo lugar y a deambular por la ciudad, pidiendo comida y algunas monedas. Cuentan que cierto día toco a la puerta de una conocida familia y como de costumbre solicito ayuda. En ese momento coincidió que un reconocido médico salía y despidiéndose de la señora de la casa le comento una noticia mala y triste: –
– “No hay nada que hacer, su esposo pronto fallecerá. Trate de estar tranquila y que él no lo note, buena tarde”.
El indigente al escuchar el dialogo….y después de que se marchó el medico se atrevió a preguntar
– ¿De qué está enfermo su esposo?
La mujer con todo el pesar respondió casi automáticamente
– De una enfermedad incurable, solo le quedan pocas horas de vida.
El indigente agradecido porque siempre recibía algo de aquella familia comento
– ¡Yo tengo un amigo que podría ayudarlo, si usted me lo permite!
– Pero ¿cómo lo haría, si los médicos ya lo han desahuciado?, pregunto la mujer intrigada
– Mi amigo ha ayudado a algunas personas que son generosas con su servidor, déjeme buscarlo y regreso.
Aquel hombre sin esperar respuesta tomo camino sobre la calle Morelos y se introdujo al panteón municipal.
Después de unos minutos salió del panteón y se dirigió nuevamente al domicilio del hombre enfermo. Salió la señora con la que había tenido el dialogo y con entusiasmo comento:
– Ya hable con mi amigo, vendrá a verme a la medianoche en el puente y ahí los espera a usted y a su esposo.
Con mucha desconfianza y temiendo que aquel hombre que apenas conocía quisiera asaltarlos o algo parecido, contesto apresurada:
– ¡Pero ya le comente que mi esposo está muy enfermo, apenas puede moverse!
– No se preocupe, yo vendré por ustedes-contesto el indigente y se marchó.
Sin saber que pensar la mujer quedo unos minutos en su puerta incrédula y llena de dudas.
Llegada la hora, el indigente toco nuevamente a la casa, la mujer aun desconfiada pero sin tener muchas opciones salió con el esposo, a quien prácticamente cargaba, el indigente ayudo a moverlo y juntos caminaron hacia el puente.
Al Llegar a la parte baja del puente, ya un hombre extraño vestido con ropaje propio de otra época los esperaba, alumbrado únicamente con la tenue luz de una vela. El indigente los presento y aquel extraño pidió hablar a solas con el enfermo. Después de varios minutos el extraño personaje tomo de la mano al enfermo y pronuncio algunas palabras. El hombre antes enfermo, se levantó ágilmente sintiendo una nueva oleada de energía y se abalanzó efusivamente sobre el misterioso hombre para abrazarlo en señal de agradecimiento.
La pareja, llena de alegría y asombrada aun, no sabía cómo agradecer a los dos hombres que se encontraban ante ellos, pero sin esperar más, el extraño visitante les hizo jurar que no dirían nada de lo sucedido y se marchó, perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Los esposos también regresaron a su casa en la penumbra. Al día siguiente el médico, asombrado, certifico que el mal que aquejaba al hombre antes desahuciado milagrosamente había desaparecido.
Tan pronto pudieron, fueron a buscar al indigente, pero no lo hallaron, hasta entrada la noche apareció bajo el puente. Con los ojos llenos de emoción le pidieron que les dijera de qué manera podían agradecerle. El indigente les pidió que le celebraran una misa a nombre de una persona, de la cual les dio el nombre y que con ello su amigo se daría por bien servido.
Sin más tiempo que perder, en las primeras horas de la mañana acudieron a la iglesia del calvario para celebrar la misa. El sacerdote realizo la ceremonia con una señal de extrañeza, por la premura de la pareja, pero sin hacer preguntas.
Cuando acudieron nuevamente a buscar al indigente para llevarle algunos alimentos y avisarle que ya habían oficiado la misa, nuevamente no lo encontraron; solo encontraron una cruz con un nombre conocido recientemente y una fotografía algo antigua de aquel extraño personaje que habían visto hace algunas noches debajo del puente. Desconcertados se marcharon en silencio. El hombre que antes estaba enfermo vivió muchos años más. El indigente dejo el puente; cuentan que deambula de ciudad en ciudad y de casa en casa conociendo y ayudando a personas generosas.
“Cuentos de frio y miedo en Perote”, PACOOROZCO (2021)
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