El diablo agarró a Danilo

CULTURA

Juan Noel Armenta López

Estaba Danilo de espaldas a una mata de café como si lo tuvieran agarrado por detrás. Danilo tenía los brazos prensados por una fuerza que no le permitía despegarse. Danilo se doblaba por el jaloneo hacia adelante, y la mata de café como encarnada en su espalda también se doblaba. Tenía la cara Danilo muy hinchada. Estaba despeinado, con sangre en sus cabellos como si lo hubiesen arrastrado por el lodo sancochado de hojarasca. Se le veían muescas en las muñecas de las manos y el pecho como si lo hubieran tatuado con algo caliente. La boca espumosa, y los dientes apretados, hacían ver a Danilo como el perro de Chicho Cobos que estaba lleno de rabia y lo tuvieron que matar. Temerosos, dos hombres se acercaron a Danilo queriendo ayudarlo. Agarraron a Danilo de los brazos y lo tironearon. Pero Danilo gritó más fuerte y no lograron despegarlo de la mata de café. El pajarerío voló en las copas de los árboles y la noche empezó a caer. Los asistentes sacaron focos de mano y prendieron candiles de bote para no perder la luz. Se le veían a Danilo los ojos casi blancos, como los ojos de la muda Florencia que tenía la enfermedad de las nubes. Había un fuerte olor a quemado, como cuando machacaban con fierro el cuero de las vacas del patrón. Algunos subimos a los peñascos, no para ver más bien, sino para ayudar a despegar a Danilo. La gente empezó a gritar que le abrieran paso a Sirina, la “pecosa”, la rezandera del pueblo. “Dios te salve María llena eres de gracia” … Empezó a rezar Sirina. Danilo se agitaba, pero poco a poco se fue calmando. Los rezos no se interrumpieron en toda la noche. Amaneciendo, Sirina roció de agua bendita a Danilo. Y por último lo bañó con una bufada de un líquido que olía a tepetomate y epazote. Danilo se desprendió de la mata de café y fue agarrado por varias personas. Las alas de un enorme pajarraco negro se abrieron paso entre las ramas de los árboles haciendo un ruido fantasmal. Danilo nunca pudo explicarse lo que había pasado, no recordaba nada. La gente solo decía: el diablo agarró a Danilo. Gracias Zazil. Doy fe.

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