
Sin tacto
La importancia de llamarse Andi
Por Sergio González Levet
Como si los mexicanos tuviéramos tiempo para estarlo perdiendo, el segundo hijo en orden de aparición de Andrés Manuel López Obrador salió a pedir en un bonito programa que tiene la profunda pensadora Luisa María Alcalde -la misma que en sus tiempos libres hace que trabaja como dirigent-a nacional de Morena- que no le llamen Andi, como lo conocen generalmente desde que era un niño y como se habían referido a él siempre los allegados a AMLO y los militantes más furibundos de la Cuarta Transformación.
Primero pondré las palabras de Andi en el episodio 11 de La Moreniza, un podcast que tiene la señora Alcalde, que han causado tanto revuelo por su… por su… ¿impericia?, ¿atolondramiento?, ¿superficialidad?
Ahí va el junior:
“Pues aprovecho también estar aquí para decirles: yo me llamo Andrej Manuel López Beltrán, y mi más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país. El llamarme Andi, ¿no?, es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre. Lo mismo hicieron en Durango, en Durango nunca quisieron mencionar en ningún medio de comunicación local, Moreira… nunca me mencionaron por mi nombre. ¿Por qué? Porque les da miedo y saben lo que vale el nombre y saben lo que vale el legado de Andrés Manuel López Obrador. Entonces, yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán y ojalá dejen de llamarme, ¿no?, con diminutivos y nombres que no son mi nombre. Andrés Manuel López Beltrán, no Andrés López Beltrán, Andi López Beltrán (https://x.com/LuisaAlcalde/status/1930775387295944985?ref_src=twsrc%5Egoogle%7Ctwcamp%5Eserp%7Ctwgr%5Etweet).
Primero hay que decir que el vástago pejista se equivoca una vez más con el uso de los términos. Dice que “Andi” es un diminutivo, cuando no es exclusivamente así. El diminutivo propiamente dicho de Andrés es “Andresito”, y la verdad es que difícilmente cabría ponerle un diminutivo a un personaje tan diminuto como el Secretario de Organización de Morena. El famoso “Andi” es un hipocorístico, y la RAE lo define así:
“Del gr. ὑποκοριστικός hypokoristikós ‘acariciador’.
“adj. Gram. Dicho de un nombre: Que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística; p. ej., Pepe, Charo.”
Por lo general, se espera de cada persona que se haga un nombre en su vida como fruto de su trabajo y su honorabilidad. Quienes heredan un nombre ya hecho, pues tienen la responsabilidad de honrarlo y darle aún más brillo.
¿Andi se merece llevar el nombre de su padre? Sería bueno que los mexicanos conociéramos qué es lo que ha hecho este muchacho como para que le den el don. Revela mucho el hecho de que es conocido en la fama pública por su hipocorístico, seguramente porque le ha quedado grande el nombre de su progenitor.
Ah, escribo “Andi”, con “i” al final, como recomienda la RAE que se ponga, porque en castellano no existen nombres que terminen con “y”.