BARRA LIBRE.

OPINION

Alfredo Quezada Hernández.

EL PRI – ASAMBLEA ESTATAL.
Con lo que queda del priismo veracruzano, ya se llevan a cabo los preparativos rumbo a dicha asamblea nacional.
Sin nada que ofrecer a sus militantes y como mero membrete para los veracruzanos dicho instituto político, a destiempo, intenta realizar lo que debió llevar a cabo hace mucho tiempo. Ahora ya para qué, ya ni opción electoral es.
Eso de que la asamblea nacional les habrá de permitir establecer los canales y los mecanismos para construir un nuevo proyecto revolucionario no es otra cosa que pura demagogia del campechano. El Amlito, perdón «Alito» primero se preocupó por salvar su pellejo y proteger sus intereses, que por salvar al partido.
Para nadie es un secreto esa entrega absoluta e incondicional, al gobierno en turno, de Moreno Cárdenas.
Las vacas sagradas del tricolor, ante tanta docilidad, optaron por abandonar a su partido, a ese instituto político que les dio, y muy bien, fama y poder. El mismo que los hizo millonarios y en su momento hasta intocables.
Ahora con puro escombro y en ruinas en los estados se preparan para estar presente en dicha asamblea nacional.
Pero que pasa en Veracruz, con los priistas de la aldea.
Esos, en estos momentos, andan
deprimidos, inconsolables, rumiando la derrota del peroteño. Días antes del domingo dos de junio, todo era algarabía en ellos, ya presumían el triunfo, es más muchos ya hasta alardeaban en que dependencia iban aterrizar. Fieles a su estilo y costumbre, aún no tenían la vaca y ya estaban repartiendo la leche.
Lo que no procuraron fue precisamente eso, el triunfo. La inmensa mayoría de ellos «trabajaron» en los cafés, en cómodos y lujosos restaurantes, nada de hacerlo a ras de piso, en campo, con las bases. Se durmieron en sus laureles y les valió madre todo.
Lo único que hicieron fue vacilar al peroteño, mentirle y darle un triunfo de aire.
Pero eso no es todo, en tierras veracruzanas la docena de militantes priistas no tienen dirigente. Deambulan solos, dispersos y deprimidos. Hacia el interior de la sede estatal priista se percibe un aroma nauseabundo, irritable, así como un ambiente de descontento.
Ese que hace las veces de dirigente, no es otra cosa que un porro disfrazado de político, un verdadero gandul.
El tricolor lleva el mismo rumbo del PRD, ya falta poco.
Lo cierto, es que, en breve, el PRI sólo estará conformado por Moreno Cárdenas y su media docena de incondicionales.
Provecho.

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