De Primera Mano

OPINION

Veracruz, Adán y Checo

*Cisneros reta al presidente
*Cuitláhuac, en ridículo

Por Omar Zúñiga

El exsecretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández consolidó su presencia en Veracruz, luego de una intensa gira en la que recorrió la geografía de una de las principales reservas electorales del país, la cuarta de hecho, apenas abajito de Jalisco.
La suma del talento político para el diseño de agenda y discurso tuvieron sus frutos con la gran respuesta que recibió el aspirante a coordinar la defensa del proyecto de transformación en todas las latitudes de Veracruz.
Tres y hasta cuatro eventos por día en lugares del epicentro regional, que movilizaron a liderazgos importantes de cada zona del estado, acercamiento con grupos de mucha influencia, encuentros con agenda mediática que potencializó el mensaje del tabasqueño.
Adán Augusto mostró oficio político y mucho vigor para cumplir con una agenda de quien compite para ganar, tejiendo alianzas y generando empatía por su gran conocimiento del territorio y sus retos.
Habló el lenguaje del sureño, interpretó -fiel a su costumbre-, el gesto abierto y sincero del veracruzano y respondió en consecuencia con la mano tendida y el abrazo fácil en esta tierra que siente como suya.
Y siempre ahí, a su ladito el artífice de que esta gira haya salido como salió, el mintatitleco Sergio Gutiérrez Luna, su paisano veracruzano para el que hubo elogios y buenos augurios, por su lealtad y liderazgo para tejer fino con los grupos que se sumaron al proyecto de Adán Augusto.
No hay duda que quien hace buena política tiene su recompensa. Los grupos políticos se terminan de configurar para lo que viene.
Y mientras esto sucede, quienes –como Adán y Checo- fortalecen alianzas y diseñan estrategias que suman, hay otros actores –varios- que sólo gesticulan de manera grotesca en la frivolidad, o bien se tiran al piso con el argumento de los blancos contra los negros, que no por justo y bien trovado, deja de ser puro cuento.
A todos ellos les irán cobrando factura, a los cazarines, a los cuitláhuacs, a los cisneros.
Deben mucho, y seguro en este sexenio no les alcanza para pagar, pero la historia se reinicia en 2024 y eso, a ellos no les termina de quedar claro. Tic, tac…

*****

Y esta situación nos lleva a lo siguiente:
-Señor, sabe que el estado de Veracruz está tapizado de publicidad con espectaculares y bardas con la imagen del secretario de Gobierno, Eric Cisneros. Si juntamos los que han colocado todas las corcholatas presidenciales, no le llegan a los que ha puesto él. ¿Qué le parece esto?
-Pues está mal. Qué tiene que hacer un secretario de Gobierno haciéndose publicidad. Si quiere ser candidato, que renuncie a su cargo. Así. Y eso habría que ver si son los tiempos que dictan los partidos, que deciden los partidos.
Este breve diálogo tuvo lugar este lunes 10 de julio en la Ciudad de México, la pregunta de una reportera en la famosa mañanera en Palacio Nacional y la contestación es de Andrés Manuel López Obrador, el personaje que cobra sus quincenas como presidente de la República.
Cualquier sujeto con dos centímetros de frente entiende el mensaje y le para. Punto final.
Porque además el mensaje es muy claro, no admite interpretaciones; sin embargo ayer mismo en declaraciones a Claudia Montero, el secretario objeto de estas declaraciones presidenciales, contestó con una bravuconada y el mensaje que dio es que le vale madre la instrucción presidencial, y ni renuncia ni baja su publicidad.
Y no la hace porque no es culto a la persona, sino publicidad de su libro (ajá).
Y peor aún, manda un velado (¿o abierto?) mensaje al que se supone es su jefe inmediato (aunque es un secreto a voces que es al revés) cuando espeta (…) “yo no tengo familia en el gobierno, no tengo necesidad (…) ni tampoco promuevo a mi papá ni a mi mamá para que tengan cargos públicos”…, uy.
Cuitláhuac nunca pudo con Eric, sin embargo esto es más un desafío que otra cosa y al menos en la historia reciente de Veracruz, no se recuerda un desafío de esta naturaleza, era impensable.
Todomundo sabía que las consecuencias, invariablemente, serían desastrosas y mínimo costaba la renuncia, pero hubiera significado la muerte política.
Hoy, los patos le tiran a las escopetas.

¡Qué barbaridad!
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