Sin tacto

OPINION

 

 

El sonido y la furia

 

Por Sergio González Levet

 

De la respuesta que ha dado el presidente Andrés Manuel López Obrador a las manifestaciones multitudinarias del domingo 26 en 90 ciudades de México y 12 del extranjero, me surge una vez más la necesidad de citar el famoso párrafo del Macbeth de William Shakespeare (5º acto, escena V), citado a su vez por su tocayo Faulkner, Premio Nobel de 1949, del que tomó el nombre para su novela más famosa, la cuarta que publicó: El sonido y la furia:

“La vida es una sombra tan sólo, que transcurre; un pobre actor que, orgulloso, consume su turno sobre el escenario para jamás volver a ser oído. Es” [como] “una historia contada por un imbécil, llena de sonido y furia, que no significa nada.»

(Deducirá la sagaz lectora, advertirá el cándido lector que a la cita le he añadido un “como”, y lo he hecho porque quiero dejar en claro que nunca afirmaría que el titular del Poder Ejecutivo es un imbécil, sobre todo porque mantengo un profundo respeto a la investidura presidencial. Así que lo dejo en “como” “una historia contada por un imbécil”, y dejo la afirmación solamente en vías de posibilidad).

Y en ese orden de cosas, recuerdo lo que decía Honoré de Balzac, que “un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza, es más fuerte que un hombre de talento que tiene millares.»

De lo que sí estoy seguro es “de que” los cientos de miles de ciudadanos que el 26F salieron a tomar las plazas y las avenidas de las ciudades y los pueblos de todo el país merecen cuando menos el respeto de quien fue designado jefe de las instituciones nacionales gracias al voto positivo de muchos de ellos.

La mañanera, por desgracia, se ha convertido en la tribuna del sonido del insulto y de la furia incontenida de un presidente que pareciera que no obtuvo la victoria en la elección de 2018 con el sufragio de 30 millones de votantes, porque sigue enojado, iracundo, irritado con un país que finalmente le otorgó todo el poder.

Como que no se quiere dar cuenta de que ganó, y sigue lleno de sonido y furia en contra de sus adversarios, que para él lo son todos los que no acatan subyugados lo que él piensa o lo que a él se le ocurre.

Andrés Manuel ha terminado por ver solamente a enemigos, “empieza a sentir y siente la vida como una guerra” (Miguel Hernández), y además ha desembocado en sospechar de todos sus colaboradores y seguidores y maestros, a los que ha ido alejando uno a uno a lo largo del sexenio.

Ahí quedaron en el camino Porfirio Muñoz Ledo (diputado), Carlos Urzúa (SHCP), Germán Martínez (IMSS), Julio Scherer Ibarra (Jurídico de la Presidencia), Irma Eréndira Sandoval (Función Pública), Javier Jiménez Espriú (Comunicaciones), Arturo Herrera (SHCP), Jaime Cárdenas Gracia (Indep), Alfonso Romo (Oficina de la Presidencia), Tatiana Clouthier (Economía), Salomón Levy (Turismo), Santiago Nieto (ASF)… y los que se sigan acumulando en las sospechas enfermizas del patriarca.

Los ciudadanos le están hablando, ¿por qué no los escucha, Presidente?

 

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