¿ Qué hacemos con el Estado ? Por Inocencio Yáñez Vicencio.
En principio hay quienes coinciden en el diagnóstico pero no en el remedio.
Es importante distinguir también la crítica a la teoría de la crítica al objeto de estudio.
La critica al objeto de estudio se hace desde diversas posiciones. Al mismo tiempo que los sectores que destruyeron el régimen feudal basado en la servidumbre y el policentrismo, para construir en su lugar un régimen sustententado en la libertad de contratación y el monocentrismo, que sin duda fue una lucha cruenta por liberar la mano de obra de los señoríos y expropiar a las corporaciones y principados de las funciones estatales que venian realizando, para depositarlas en un sólo centro, no fue pacífica, porque ninguna fuerza renuncia voluntariamente a la parte de poder que ostenta ni tampoco se resigna a perder, por lo que ese deslinde se hizo violentamente y aún hoy , la Iglesia Católica y los que fundaban sus privilegios en un origen divino o la cuna ,utilizan todos los recursos a su alcance para tratar recuperar riquezas e influencias que antaño tuvieron, escenifican la principal contienda. La nobleza tanto de la ciudad como del campo no únicamente se puso a casar a sus hijas con los nuevos ricos sino también los burgueses se dieron a comprar títulos nobiliarios, que fundieran sangre e intereses. Ese Estado que surgió de los escombros del régimen feudal, optó por el absolutismo en su origen, como única forma de primar sobre la dispersión medieval, que ofrecía antes que nada seguridad a la vida de sus súbditos, seguridad, como bien lo dice Hobbes, que no era cualquier seguridad, a las vidas los sometidos. Fue preciasamente el ilimitado poder del nuevo Leviatán lo que llevó a los nuevos dueños de los medios de producción a pensar en limitar ese Estado. Los mismos autores del nuevo Estado se dieron a la tarea, una vez construido el Estado moderno, a tratar de reducirlo a tal grado que entre sus teóricos, hay unos que propusieron, no sin exito, por lo menos en un muy buen grado, no sólo limitarlo sino disolverlo. Es desde la ideología liberal, la ideología de los dueños del capital, que se ha emprendido, su destrucción, como emblema de la libertad. En primer lugar, la moderidad nos impone una división de esferas. Nos conduce a una tajante separación entre Estado y sociedad. La ibertad que enarbola el liberalismo no nos libera de nada, contrariamente refuerza las cadenas con nuestros amos, con la ventaja de que hoy podemos cambiar de amos. La libertad liberal es definida como el espacio no invadible por el Estado. Lo que quiere decir que el Estado no puede tocar ni con el pétalo de una rosa los asuntos privados. John Locke, padre del liberalismo habla de tres derechos fundamentales: la vida, la libertad y la propiedad, pero en su libro: El segundo ensayo sobre el gobierno civil, los reduce a uno, al derecho de propiedad sobre los medios de producción. Este derecho de propiedad lo colocan en las Constituciones como un derecho natural, sacro, absoluto e intocable, anterior al Estado, es decir, no creado, solo reconocido, esto es, fuera de toda decisión soberana, lo que significa que no hay un Estado liberal soberano.
Sieyés , en la Convención de agosto de 1789 fue muy claro: somos todo. El Estado que el constituyente paría era un Estado que en la realidad únicamente representaba a la burguesía, pero para ser acepatado por todos, primero lo apoyaron en el sufragio censatario y después universal, para revestirlo como de todos. En pleno 1792, a un año de la primera Constitución de la Revolución francesa, Wilhelm von Humboldt, escribió Los límites de la acción del Estado, si bien es cierto, en respuesta al reclamo de Johann Erich Biester, que proponía una religión estatal, en el cual reclama que el Estado sólo cuide de la seguridad. Es curioso que tenga como bandera la lucha contra el absolutismo y haga suya la bandera del mas grande representante del absolutismo, para el que el Estado tiene como fin la seguridad de los individuos y sus bienes.
En un extraordinario trabajo que titula: Liberalismo y democracia en crisis, Alberto Oliet Palá, llega a la conclusión expuesta; los liberales dicen limitar el Estado pero en realidad buscan disolverlo. Y no se equivoca cuando para ellos el mejor gobierno es el que menos gobierna. Nuestro admirado y querido Don Jesús Reyes Heroles, solía repetir, como buen liberal » Queremos más sociedad y menos Estado. La fiebre por el autonomismo manifestada por el EZLN, el primer gobierno panista en Jalisco, los órganos autónomos ( tan necesarios en momentos de amenazas,totalitarias ), las policías privadas, las concesiones de espacios aéreos y la privatización del manejo de bienes públicos, son algunos ejemplo de la disolución del Estado liberal, por los mismos liberales.
Los marxistas no tienen una teoría del Estado y no la pueden tener desde el momento que plantean su extinción. Según ellos con la desaparición de las clases y la lucha de clases, la sociedad se homogeiniza y ya no existirán las diferencian sociales que exijan la política para encauzarlas y a su principal instrumento, que es el Estado. En lugar de administrar a los himbres, el Estado administrará las cosas, por lo que tienen una critica a la teoría del Estado liberal, pero no una teoría del Estado propio.
Los totalitaristas fascistas y nazistas, sostienen una critica a la democracia. Carl Schmidt es de la idea que el Estado total o Estado poder, fue minado cuando se abrió mediante el sufragio universal al individualismo. Se pronuncia contra una sociedad discutidora. La soberanía es decisión en situaciones de excepción. Se manifiesta a través de la aclamación que viene del todo y no de los individuos en las urnas. El presidente representa al todo, no a la pluralidad, por eso basta con un sólo partido. La política no tiene mad esencia que la elección del que no entre en su concepto de raza o » pueblo», concepto en el que solo entran los partidarios, hermanados en esto con el populismo. El totalitarismo fascista y nazista, dirige sus baterías no contra el Estado sino fundamentalmente contra el régimen democrático. Es partidario de un Estado robusto, pero no plural ( Laski). Su diagnóstico del Estado liberal puede acercarse a la verdad, pero la solución que propone es antidemocrática y de exterminio para el disidente.
Hace mucho leí unos trabajos de Don Fernando de los Rios, traductor de Jellinek, recogidos en ¿ A dónde va el Estado?, donde queramos, pero sin saber cuando se cuestiona al Estado y cuando su teoría, estamos en tinieblas y en tinieblas vamos al precipcio y estamos expuestos a volver a caer en manos de otro engañabobos.