Sin tacto

OPINION

 

Bimbo, de héroe a villano

Por Sergio González Levet

Durante muchos años, los mexicanos nos estuvimos ufanando del éxito de una empresa nacional: la panificadora industrial Bimbo.
Con orgullo, hablábamos de que tenía presencia en 33 países, con alrededor de 3 millones 100 mil puntos de venta y la oferta al público consumidor de más de cien productos.
Don Lorenzo Servitje era el modelo del empresario triunfador, hijo de un inmigrante catalán que empezó como panadero en la Flor, después puso El Molino y en 1945 emprendió la venta de pan empacado al por mayor.
El original pan Bimbo blanco pronto dio lugar a la extensión comercial y la familia Servitje empezó a ofrecer la gama de pastelitos Marinela, que a través de los gansitos y los pingüinos hicieron felices y obesos a los niños de todo el país… porque Bimbo llegaba a todas partes.
Pero hoy esta empresa netamente mexicana, que fuera orgullo de todos nosotros, está pasando a ser villana, y me explico por qué.
El dinero, como la cumbia, no tiene cuerpo ni tiene corazón. Por eso, cuando podíamos pensar que estos empresarios -que han ganado tanto gracias a sus millones de clientes nacionales- iban a tener una actitud de apoyo al pueblo bueno y honrado que los hizo tan ricos, nos salieron exactamente con lo contrario.
Ante la inflación desmedida que padecemos, podríamos pensar que los Servitje se acomodarían para que las masas padecieran un poco menos ante la carestía galopante.
Pero resulta que apareció en ellos el empresario ambicioso y han subido los costos de sus productos de una manera antinatural. Un paquete de pan mediano cuesta ahora 40 pesos, cuando su costo de producción no llega ni a 15 pesos.
Y otra trampa es que han duplicado el precio mientras reducen el tamaño de sus productos. Los pingüinos, por ejemplo, ahora parecen pollitos negros porque apenas se pueden agarrar con las manos de tan chiquitos que se volvieron.
¡Y las donas! Las donas Bimbo eran más o menos comestibles antes, pero ahora son unos pequeños anillos de masa pastosa, sin sabor, cubiertas de azúcar de segunda pero con precios de primera.
¿Dónde estarán los empresarios nacionalistas que tanto busca AMLO/Diógenes? ¿Será que existen en la faz de este mundo?
Por lo pronto, los Servitje no son de esa estirpe.

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