Sin tacto

OPINION

 

Los Nobel en español

Por Sergio González Levet

En el momento en que yo escribo este texto en miércoles en la noche, aún no sé quién fue el ganador del Premio Nobel de este año. Sin embargo, ahora que usted está leyendo estas líneas hoy por la mañana ya fue dado a conocer en Suecia la
escritora o escritor que mereció las 10 millones de coronas suecas (poco más de 900 mil euros), porque siempre se hace público el primer jueves de octubre.
Yo creo que debió haberlo ganado la poeta canadiense Margaret Atwood, pero la verdad es que con la Academia Sueca ya no se sabe desde que nos sorprendió
hace seis años con el premio a Bob Dylan (que en lo personal me llenó de
satisfacción porque lo considero un verdadero poeta, como a Joan Manuel Serrat en nuestro idioma).
Este año no hubo escritores en español que fueran candidatos factibles, y la
verdad es que la literatura en nuestra lengua anda un poco de capa caída porque se le
han ido muriendo los grandes autores y no están creciendo debidamente los nuevos.
Escritores españoles que han ganado el Nobel son cinco: José Echegaray
(1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente
Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1989).
Y también en castellano lo han obtenido los latinoamericanos Gabriela Mistral (Chile, 1945), Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1967), Pablo Neruda (Chile,
1971), Gabriel García Márquez (Colombia, 1982), Octavio Paz (México, 1990) y Mario Vargas Llosa (Perú, 2010).
En nuestro horizonte literario está el escritor que más debió ganar el Nobel y nunca se lo dieron, el inmenso Jorge Luis Borges, pero hubo otros
latinoamericanos que lo merecían, como Alfonso Reyes, Rosario Castellanos,
Juan Rulfo, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, por mencionar a mexicanos, pero con ellos los uruguayos Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, el peruano César Vallejo, el cubano Alejo Carpentier, el argentino Julio Cortázar, la chilena Isabel Allende… la lista es enorme.
Con respecto a los Nobel, fue todo un acontecimiento que lo ganara García Márquez en 1982, después de once años de que lo recibiera Neruda; un
acontecimiento… y un reto para los suecos, porque para empezar, Gabo nunca usó traje, y mucho menos un frac, como lo exigía la puntual etiqueta sueca, y el genial escritor lo resolvió cuando se presentó a la solemne ceremonia con una
guayabera de alta gama, que venía siendo el smoking de los trajes tropicales.
Una anécdota famosa del genial aracataqueño es que después de la ceremonia
de entrega del Premio hubo una cena de gala y en ella se presentó un ballet
folklórico de Colombia, que escenificó varias cumbias. Al escritor lo habían
sentado junto a la reina Silvia de Suecia, y ella le preguntó a través del intérprete
si le gustaba bailar. Él ni tardo ni perezoso le contestó:
—Mire, doña Silvia, escribir es para mí un pasatiempo que disfruto mucho, pero
lo mío, lo mío, lo que viene a ser realmente mi especialidad, ¡es bailar cumbia!

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