Sin tacto
Sagan y el dragón
Por Sergio González Levet
Para el doctor Camilo, que hoy cumpliría 110 años.
Carl Sagan “fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y
divulgador científico estadounidense. Fue profesor asociado de la Universidad de Harvard y posteriormente profesor principal de la Universidad de Cornell.
“Fue un defensor del pensamiento escéptico científico y del método científico.
“Ganó gran popularidad gracias a la galardonada serie documental de TV Cosmos: Un viaje personal, producida en 1980, de la que fue narrador y coautor.”
De él, rescato hoy un texto que cualquier mexicano debiera leer en estos tiempos, por la vigencia que tiene (al que le venga el saco que se lo ponga):
“En mi cochera vive un dragón que escupe fuego por la boca”. Supongamos
que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría
comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables
historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!
—Enséñemelo —me dice usted.
Yo le llevo a mi cochera. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.
—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de
decir que es un dragón invisible.
Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.
—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.
Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.
—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.
Sugiere pintar con spray el dragón para hacerlo visible.
—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.
Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me
propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál
es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un
fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi
opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa
decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale
en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo
que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo
que yo digo.
[Sagan, Carl. El mundo y sus demonios. Barcelona: Ediciones B., 1997. p. 320]