Sin tacto

OPINION

 

Veracruzanos, hasta para dar

Por Sergio González Levet

Como quería el gobernador Agustín Acosta Lagunes en los años 80 del siglo
pasado, Veracruz es y ha sido granero y yunque de la nación a lo largo de la
historia de México.
No se equivocó Antonio López de Santa Anna cuando fue trazando las fronteras
definitivas del estado sobre la línea verde de la vegetación espesa y fructífera, y
sobre la línea azul del mar eterno (José Emilio Pacheco: “Digamos que no tiene
comienzo el mar/ Empieza donde lo hallas por vez primera/ y te sale al encuentro
por todas partes”).
Y en los interiores de la tierra, petróleo, oro, minerales preciosos, agua
enterrada que se une con la del exterior.
Somos un estado, no nos dejarán mentir, que tiene todo de lo mejor y al que le
alcanza hasta para dar a otras entidades que no tienen nuestros dones de la
naturaleza, como Aguascalientes (me consta) y Zacatecas, como las vastas zonas
desérticas de Durango, Sonora y Chihuahua; como las arideces de las tierras
flacas de Jalisco y de Hidalgo.
Somos tan ricos en lo natural y tan exuberantes, que nos damos el lujo de
compartir hasta nuestra riqueza mayor, que es nuestra gente.
Vaya usted a cualquier lugar de la República y allá encontrará a un jarocho que
hace las delicias de sus vecinos, conocidos y amigos; un paisano que impulsa el
desarrollo de la región en la que vive y prospera; un amigo fiel y un trabajador
incansable.
Quien ha visto laborar a nuestros campesinos de sol a sol -y qué sol candente-
sin quejarse y sin parar, mucho tendrán que decir a aquéllos que dicen que el
veracruzano es flojo, irresponsable, deshonesto.
Quien conoce la historia de nuestras luchas populares desde Yanga y Río Blanco
hasta las reivindicaciones de los cañeros en las zonas bajas y de los indios en las
montañas… quien sabe de ellos, aceptará convencido la verdad que dice nuestro
himno estatal, escrito por el gran poeta Francisco Morosini Cordero:
Veracruz es un pueblo amistoso,
solidario, cordial y gentil,
Veracruz es el mar generoso
del trabajo fecundo y febril.
Somos tan fecundos, pero tanto, que le prestamos a Querétaro un paisano.
Mauricio Kuri González, para que fuera Gobernador allá, y en Campeche tenemos
también dado en comodato a Alejandro Gómez Cazarín, el otro orgullo de su
familia en Hueyapan.
Tantos y tantos veracruzanos de valía, allá, acullá… y aquí.

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