Sin tacto
El «paisano» Enoch Castellanos
Por Sergio González Levet
A escasos dos días de que concluyera el año pasado, el Presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, Enoch Castellanos Férez, tuvo una primera y emocionante reunión con los periodistas del Grupo de los Diez que, como es divisa, le preguntaron a placer y sin cortapisas sobre su función al frente del organismo empresarial más poderoso del país, pues congrega a 50 mil socios que mantienen uno de cada cuatro empleos que perviven en el país y generan el 28 por ciento de Producto Interno Bruto.
A poco más de dos meses de que concluya su Presidencia, el ingeniero egresado del Tec de Monterrey tiene mucho que decir de lo que ha logrado hacer en estos dos años, tan difíciles y preocupantes para el sector productivo.
Nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Enoch pasó su infancia y su adolescencia en el Puerto de Veracruz, e inició su carrera como empresario en Coatzacoalcos.
Por ello se sabe y se siente veracruzano, lo que confirma la sangre jarocha de su madre, que lo habilita constitucionalmente para aspirar a cualquier puesto de elección pública en el estado… hasta de Gobernador.
Al ingeniero Castellanos le tocó tomar las riendas de la Canacintra en marzo de 2019, como candidato de unidad, con un Gobierno entrante que mostraba pocas simpatías por el empresariado, y que estaba comandado por un presidente francamente hostil con la industria privada.
Parte importante de su gestión fue mantener abiertos los canales de comunicación con el Gobierno de la República y navegar en el mar proceloso de una relación tensa y distante.
En el periodo que llevamos de la pandemia han desaparecido 600 mil pequeñas y medianas empresas, y con ellas los empleos y la bonanza económica que proveían.
Enoch Castellanos cuenta puntualmente lo que los empresarios afiliados a la Canacintra pudieron hacer para que se mantuviera a flote el aparato productivo mexicano, y todo sin ningún apoyo gubernamental.
Pero no se crea que la suya es una larga fila de lamentos. Al contrario, relata cómo desde su trinchera los canacintros consiguieron que la maltrecha economía no los apabullara.
Esfuerzo, sacrificio, pérdida -como la «sangre, sudor y lágrimas» que pidió Churchill a los ingleses en la guerra- fueron los elementos que tiñeron la cruzada por el empleo y la supervivencia.
Escuchar a Enoch Castellanos es entender la voluntad de los industriales para que perdurara México como un país viable, a pesar de unas condiciones adversas como nunca en la historia moderna.
Hacia el final de la larga charla con los reporteros, el ingeniero Castellanos confesó que tiene planes para seguir abonando en la lucha por una mejor sociedad. Regresará a su empresa, pero no se quedará sólo en eso, pues…
Ya iremos dando cuenta.