Sin tacto
riistas tras un sueño
Por Sergio González Levet
Quedemos en que todavía queda una militancia subyacente del PRI que podría despertar de su letargo o regresar después de sus tradiciones.
Convengamos en que la estructura electoral histórica del partido permanece entreverada en sus propias ruinas, pero ahí sigue.
Digamos que en las cenizas hay un ave fénix dispuesta a levantar el vuelo y revivir como un PRI poderoso, influyente, vencedor de nuevo.
Esas posibilidades subjuntivas podrían hacerse realidad, pero todas requieren la figura de un líder que recomponga las esperanzas, que marque el rumbo y aglutine los esfuerzos y las fortalezas.
Lo saben los que saben y lo intuyen los ambiciosos. Ya se ha dicho.
Y por eso ha empezado a conformarse una lista de los probables, de los posibles. Una lista que surge de los deseos (políticos) inconfesables, de los sueños imposibles.
Ahí están los históricos (para no decirles «los de siempre»): 1. Héctor Yunes Landa, sustentado en viejos acuerdos, en amistades probadas, en grupos y grupúsculos regionales que nunca lo han Abandonado; 2. Pepe Yunes Zorrilla, rodeado de sus fieles de siempre, con una enorme simpatía que no se ha consolidado por falta de compromisos, de arriesgues; por tratar de jugar a la segura queriendo quedar bien con todos (que es precisamente la forma más segura de no quedar bien con nadie).
Otro grupo es el de los nuevos: 1. Renato Alarcón Guevara llegó a la presidencia del partido en un momento crucial y muy difícil. Juntó como pudo las piezas dispersas del priismo que había perdido la gubernatura y consiguió 700 mil votos en una elección que pintaba para el desastre.
Renato es el rey de la negociación, el paladín del consenso. Sabe de la praxis política y es maestro en la teoría. Conoce los entresijos de los grupos tricolores como nadie y ellos lo reconocen a él por igual. No se le va un nombre, no olvida un solo liderazgo.
No obstante, su virtud puede ser un defecto, sobre todo para aquéllos que se formaron en el crisol del pensamiento de don Álvaro Obregón: «A tus amigos y adversarios tienes que darles a una enseñadita de… aquéllos cada 15 días», «Si quieres mandar y que te obedezcan, tienes que ser un verdadero h-d-l-ch».
Renato no lo es, pero los nuevos tiempos tal vez hayan vuelto obsoleto el pensamiento del general. No levanta la voz, pero lo respetan no grita, pero manda.
Faltan otros, pero se quedan para mañana, si disculpan sus mercedes.