De Primera Mano Tajín
Ooootra del triste
alcalde de Xalapa
*Nueva visita de Gutiérrez Luna a Xalapa
*Una historia para contar
Por Omar Zúñiga
La inexperiencia (que a estas alturas del partido, cuando ya estamos cerca de llegar al minuto noventa, al out 27, al quinto set, ya es un pretexto muuy pendejo) no está peleada con la lógica y el sentido común, así como la madurez de la vida no está ligada a la sabiduría.
Estos ejemplos son los que podemos ver aglutinado en una sola persona (y ofrezco una disculpa de antemano si puedo sonar ofensivo, porque no es la intención) y me refiero concretamente a quien cobra sus quincenas como presidente municipal de Xalapa, nuestra muy querida capital, Hipólito Rodríguez Herrero.
Más allá de que la ciudad esté prácticamente destruida en sus caminos, que no se observe planeación en las acciones de “gobierno” durante 46 meses (o sea nunca) y que no exista más que atraso, las declaraciones más recientes de Hipólito dejan lugar a las dudas que manifesté líneas arriba.
En primera instancia, se aventó la puntada de decir que todas las auditorías del mundo mundial eran bienvenidas para su administración, incluidas ¡las de Ricardo Ahued!, es decir la persona que lo va suceder en la máxima silla del gobierno municipal y que por supuesto lo va a auditar, a no ser porque Hipólito esté confiado en la máxima popular que reza que “sólo el que hace nada no se equivoca”, su declaración lejos de ser temeraria, raya en lo imprudente o bien, en la falta de lógica y sentido común.
Pero la de ayer es una joya, un garbanzo de esos de a libra que rara vez saltan, pero cuando lo hacen hay que enmarcarlos.
Se aventó la soberana de decir que ante la gran incidencia de delitos que se cometen, la ciudadanía no denuncia porque no hay confianza en la Fiscalía General del Estado y aunque esto sea cierto, la falta de sensibilidad política (o de lógica y sentido común) nos grita a voces que la FGE únicamente es autónoma en el papel (aunque nos digan otra cosa) y si la declaración de Ahued es delicada, por decir lo menos, la de ayer, uuufff.
Alguien debería decirle al alcalde que se va, que está cerquitita del callejón de los madrazos y que escupir al cielo nunca es bueno, que su administración durará de aquí en adelante, lo mismo que un pedo en una hamaca y que el frío en Pacho se siente más feo.
Por lo pronto, en la Fiscalía dejaron pasar su idiotez, al considerarla parte de una incontinencia verbal propia de la edad. A ver hasta dónde le aguantan la diarrea.
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Si no ocurre nada extraño, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados Sergio Gutiérrez Luna, estará en estas tierras de Dios y María Santísima el próximo domingo. Más que movido y con la confianza del presidente López Obrador quien -sabemos De Primera Mano-, decidirá finalmente quién será el bueno en 2024, sin tomar en cuenta NINGUNA opinión.
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Un moderno juglar platicó esta historia… En una ocasión, en una avenida de Xalapa, hace algunos años, se encontraba un joven, aunque se percibían finas ropas, lucía andrajoso y maltratado, estaba en una esquina fumando uno de esos cigarros que dejan los dedos amarillos, grandes bocanadas que aguantaba por casi 30 segundos para exhalar tranquilamente, gran capacidad pulmonar, un gorro calzado en la cabeza aunque el frío no apretaba tanto, pero sí el chipi-chipi propio de la capital de donde es originario.
Un parroquiano que por ahí pasaba, periodista por cierto, solitario también, buscando el efímero placer que le brindara un efebo, se acercó a este personaje con otra intención que no era platicar, aunque lo aceptó de buena gana.
Al cuestionarle qué hacía allí, a qué se dedicaba porque no parecía pertenecer a ese oscuro y mundillo, las respuestas fueron contundentes, en alguna ocasión hace algunos años, alguien no muy poderoso lo encontró y le propuso que fuera maestro universitario, le dijo que sí ¡y fue!; después, alguien más, un poco más poderoso, le dijo que si quería ser diputado, dijo que sí ¡y fue!; después, alguien muy poderoso le dijo que si quería ser gobernador, dijo que sí ¡y fue!…, después, todo se acabó, a él lo olvidaron y se fue…, esto lo contaron en la calle, en una noche oscura alumbrada acaso por una mortecina luz amarillenta proveniente de un arbotante, que titilaba a unos metros, de gélida llovizna que calaba hasta los huesos, no es invención mía, tampoco conozco al autor, pero la historia me pareció conocida y por eso decidí plasmarla.
¡Qué barbaridad!