PLANA MAYOR
A media campaña: ¿Por quién…?
Gaudencio García R.
El tiempo no perdona. Para bien o para mal. Los claroscuros son inevitables. Las comparaciones suelen ser odiosas, pero necesarias en el ajedrez político. ¿Por quién hay que tañer las campanas?
Llegamos a la mitad del proselitismo partidista para la renovación de los cargos de elección popular federal y local en Veracruz.
Momento de reflexión. No puede haber ingenuidad, ceguera, conformismo o frivolidad, que después se lamente. La exigencia y la ley por delante.
Rendición de cuentas para los que aspiran gobernar en cada uno de los 212 municipios y a los que pretenden reelegirse como diputados locales y federales.
Sin entelequias ni demagogia pueril, que ya conocemos, ¿Qué hicieron los que ya gobernaron sus municipios? ¿Lograron desterrar la pobreza y marginación social? Superaron el desarrollo y modernización social ¿Comparado con qué gobierno?
Los que aspiran gobernar a sus municipios, ¿Cómo y qué tipo de proyectos lograrán abatir la pobreza extrema y la desigualdad social? El imaginario colectivo no quiere rollos, quiere hechos que enorgullezcan a su localidad, que generen empleos y coyunturas para fortalecer la palanca de desarrollo social.
Tampoco que vengan a implantar el nepotismo, el compadrazgo, la improvisación, la opacidad y la corrupción
en licitaciones públicas, el doble discurso y simulación. O gobiernen a puerta cerrada, como el gobernador Cuitláhuac García.
En esté ajedrez político -batalla electoral-, intermedio del 2024, que se estarán renovando los 500 escaños de la Cámara de Diputados y los 50 de la LX Legislatura local, qué hicieron los actuales legisladores por Veracruz.
Con sus genialidades y sabias iniciativas de ley que propusieron en la Legislatura local y en la Cámara de Diputados, qué beneficios arrojaron por sus distritos electorales que valga la pena para que sean votados o botados el primer domingo de junio.
¿Fueron contrapeso de las decisiones autoritarias y dictatoriales de los titulares del Poder Ejecutivo local y federal que merezcan la consideración para que sean votados por sus colores? ¿Acaso sus iniciativas lograron desterrar la grave desigualdad social que prevalece en Veracruz?
¿Cuántos diputados y diputadas intercedieron para que el alcalde de Xalapa, el morenista Hipólito Herrero Rodríguez, y el gobernador Cuitláhuac García, frenaran la devolución de dinero público a la tesorería de la Federación?
¿Acaso se opusieron con severidad las principales fuerzas políticas de oposición en Veracruz de la coalición del PRI-PAN-PRD? ¿Se opuso férreamente la coalición oficialista Morena-PVEM-PT?
Su actuación fue mezquina y complaciente. En lo individual hubo críticas en los pasillos palaciegos, pero en la tribuna jamás hubo una postura, una anatema por la acción desafortunada de Cuitláhuac e Hipólito, como, si Veracruz
viviera en jauja, en el paraíso. En el bolsillo de ellos sí, pero en el imaginario colectivo no.
Pero entonces qué ocurrió con los poderosos senadores por Veracruz, sobre todo los opositores que se rasgan las vestiduras por la defensa de los intereses de los veracruzanos.
¿Acaso Ricardo Ahued Bardahuil, hoy senador con licencia y flamante candidato a la alcaldía de Xalapa por el partido oficialista, se pronunció por las actitudes discordantes del gobernador y del alcalde para devolver recursos económicos a la federación?
Le mereció alguna execración a la senadora oficialista Gloria Hernández -suplente de Rocío Nahle, actual titular de la Secretaría de Energía-, la mayoría de las veces se la pasa dormitando en su escaño; a los panistas Julen Rementeria o Indira Rosales.
En esta narrativa, se supone que le debió haber atraído el tema al exgobernador interino del cuatrienio, Dante Delgado, actual líder moral de Movimiento Ciudadano. Hubo críticas sí, pero no fueron suficientes para frenar la actitud servicial y cortesana del gobernador y del munícipe que atentaron contra las arcas del gobierno estatal y municipal.
A mitad del campo electoral de Veracruz, es hora de valorizar, de analizar y actuar como el médico cirujano para inclinar la balanza por el mejor de las coaliciones de Morena-PVEM-PT y del PRI-PAN-PRD, las principales fuerzas nacionales del país, así como la oportunista “chiquillada”.
Por quién hay que doblar las campanas o por quién hay que repicarlas, como bien decía el poeta metafísico inglés Jonh Denne. Hay que pensarlo bien. Los partidos grandes,
incluyendo Morena, le fallaron al imaginario colectivo. Más de lo mismo o de plano, nos vamos al partido de la abstención. ¿Cuál es la mejor opción? Veracruz y el país bien valen una misa.
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