Columna 33
María Elena Ferral
– ¿El Quinto Poder?
Por Carlos Lucio Acosta
VERACRUZ (EUM).- ¿Por qué Quinto Poder de Veracruz?, preguntamos a la periodista María Elena Ferral Hernández directora de la página digital Quinto Poder de Veracruz, corresponsal del Diario de Xalapa y colaboradora del matutino El Heraldo de Poza Rica.
Y responde, por tres razones de peso.
La primera, porque de acuerdo a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, nuestro sistema de gobierno se sustenta en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
La segunda, porque el escritor, orador y político anglo-irlandés Edmundo Burke, define la prensa como cuarto poder en el debate de apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido. Lo cual complementa a los tres anteriores como factor de equilibrio político, económico y social.
Y la tercera, es evidente que el estado de Veracruz, desde hace rato, está dominado por un quinto poder que se sitúa por encima de los cuatro anteriores.
Y, ¿cuál sería ese poder descubierto por tu agudo olfato periodístico? Y sin pensar mucho, responde con la seguridad de quien conoce a fondo el tema de la plática informal.
–El narcotráfico, la delincuencia organizada, las células del crímen y sus bandas regionales aliadas …
Luis Astorga escribe en su libro “El siglo de las drogas”, que no es posible concebir la existencia del narcotráfico sin la sombra protectora de políticos, servidores públicos y empresarios.
–Así es, totalmente. Así es. No hay duda. Así es la cadena. El poder financiero del narcotráfico ha llevado a cómplices a la presidencia de la república, al senado, a la diputación federal, a gubernaturas, diputaciones locales, presidentes municipales, sindicaturas, regidurías…
Interrogamos, ¿sólo han penetrado en los tres niveles del sector gobierno…?
Y contesta sin demora, “no, también están presentes en cargos administrativos y en la iniciativa privada…”
Y ese conocimiento construido a base de tus indagatorias de comunicadora, ¿para qué sirve?
Sonríe y después replica:”haciéndote amiga de ellos. Es mejor tenerlos cerca que lejos. Si no conozco a todos, al menos, algunos. Hay tres cosas que no les gusta: que te meas con sus mujeres, que les pidas prestado y después no les pagues y que los traiciones…”
Una pausa y retoma el hilo de la idea: “Una cosa es que te den porque les hace, por agradecer algún favor y otra porque les pides por necesidad”, añade.
–¿Pides mencionar sus nombres y apellidos…? Sí, si es posible, pero sin relacionarlos con el narco. Sería tanto como dijera don Julio Scherer García, descender al infierno. Y yo no quiero estar allí, debe hacer mucho calor, me puedo deshidratar. Que sé yo –sonríe.
–¿No temes te hagan algo o a tu familia?
— “El que se mete al periodismo nunca debe tener miedo, sino cuidado en lo que piensa, en lo que habla y en lo que escribe. Nada más”.
— ¿Cómo visualizas el futuro mediato de la periodista María Elena Ferral Hernández?
— Pienso – anticipa – escribir una serie de columnas de lo que hablamos aquí, con el propósito de preparar la edición de un libro
sobre los vínculos del narco con el poder político y económico de Veracruz …
— ¿Influenciada por “los señores del narco”, de nuestra amiga Anabel Hernández?
— Tal vez, quizá … — sonríe.
El relato se lleva a cabo durante la celebración del Día de la Libertad de Prensa,convocado por la delegación estatal del Club de Periodistas de México, A.C., que preside el comunicador José Uriel Rosas Martínez, en las instalaciones de la exhacienda Lucas Martín. María Elena Ferral Hernández, originaria de la costera ciudad de Gutiérrez Zamora y radicada en la pintoresca ciudad de Papantla, murió asesinada en pleno ejercicio de su labor informativa el 30 de marzo del 2020.
Buen viaje, amiga.
Sólo para tus ojos . . .
La presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra Ibarra, le echó el ojo al expediente de Ernestina Ascencio Rosario, indígena náhuatl víctima de violación tumultaria por miembros de la secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), en la comunidad de Tetlatzinga, municipio de Soledad Atzompa, en la Sierra de Zongolica, el 26 de febrero del 2007.